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jados, sus piés horadados, sus manos aspadas, todo Bi cubierto de polvo, de sangre, de esputos y de llagas; pero al mismo tiempo que esta lastimosa figura se presenta & su vista y los consterna, enciende en ellos un volean de amor; todos se postran al pié de laCruz, todos vierten lagrimas de dolor, pero todos lo adoran. ;Oh enemigos de Jesus! atin no habeis conseguido nada de vuestras pre- tensiones; queriais concluir con. su existencia para que no creyesen las gentes en El; queriais crucificarlo, para que la escuela de Jesus se olvidase entre las sombras de su muerte, y os habeis engafiado; ahora empieza 4 resu- citar el amortiguado fervor de los discipulos; ahora es cuando todos van 4 creer en Jesus ; ahora es cuando los timidos toman 4nimo, y mejor que Anquises y los tro- yanos al acordarse del valor de sus abuelos, se robuste- cen y fortifican los discipulos de Jesus para morir por su amor divino, viendo que su Maestro les ha dado tan gran ejemplo de fortaleza. Mas ,qué lengua podra explicar los tiexnos sentimien- - tos que excita en estos héroes la necesidad en que se hallan de tomar en sus manos los instrumentos de la crueldad? Martillos, tenazas, maromas, jah! cuanto jhan empleado los judios para crucificar4 Jesus, otro tanto es necesario para desenclavarlo; por las escalas que subia el cruel sayon tiene que trepar el noble José de Arima- thea ; los martillos que manejaba el inhumano- verdugo para taladrar aquellas manos , tienen que servir al prin- cipe Nicodemus para desenclavarlas; apenas se atreven a poner las escalas , el amor 4 Jesus los impele, el amor y ‘el dolor los detiene 4 las veces, el honor 4 la divinidad los aterra. ; Ah! Subid al cadalso, varones santos; tomad en vuestras manos los martillos; santificadlas mas y mas en la sangre de Jesus que por todas partes ha corrido; los sayones han sido los ministros de la crueldad, y vosotros lo sois de la misericordia; los verdugos han representa-

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