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442 ee que ha sido extendido con ferocidad, y sus misculos y tendones casi estan rompiéndose por la tirantez que la crueldad del verdugo les ha dado; su cabeza, taladrada con espantosas ptias, ni puede alzarse ni reclinarse sin sentir dolores agudisimos. ; Ay! ; Yo os veo consternados, cristianos compasivos! ;Yo veo vuestras mejillas surca- das por las lagrimas cuando contemplais 4 vuestro ama- ble Jesus tan afeado y desfigurado, su cara toda cubierta de esputos de sangre y de polvo, herida y entumecida con las grandes contusiones que ha recibido; su cuello agarrotado, su pecho y espaldas en carne viva! Pero j qué a horror! Jesus padece otro tormento mayor en la Cruz: los judios han sido hacia Fl m&s crueles que lo fueran las . voraces llamas de Babilonia (Dan.), en que fueron arro- jados los tres mancebos; alli estas criaturas destructoras respetaron la honestidad de los tres justos, dice el Cri- séstomo (Crisost.: De negat. Petri, 1,6); pudieran ha- berse pulverizado sus vestidos para que el milagro fuera mas patente, y no sucedié asi, para que estuviese encu- bierto lo que la naturaleza y el pudor manda cubrir. Ape- nas Jesus ha sido crucificado, sus hermosos ojos quedan semimuertos, sus mejillas hundidas, sus labios lividos, su boca abierta, su lengua de color de sangre, sus cabe- llos y barba cuajados con la sangre, su vientre sumergi- do, su cuerpo todo palido y languido por la efusion de su sangre; pero hay otro tormento para Jesus, tormento cruel, tormento horrendo, en cuya comparacion los ‘demas no aparecen; Jesus esta desnudo. «Si; este tormento fué el mayor, dice San Jerérimo; como que era el ultimo que el demonio inventara contra Jesus.» (Hieronim., in hunc loc.) Ved lo que pasa alrede- dor de la Cruz. Pontifices, fariseos, escribas, soldados, no- bleza y pueblo, todos gritan y vociferan, todos braman y rugen como robustos toros, como leones hambrientos: es el concilio juddico que condenara 4 Jesus. No le bas-
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