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nime; mas Jesus no ha abierto sus labios ni se ha quejado. Desatado de la columna, ha caido en la balsa de su propia sangre; se ve sin alicntos, y atin no esta saciada la cruel- dad de los sayones; 4 los azotes suceden las espinas; las sienes de Jesus son taladradas con ferocidad; la sangre corre gota 4 gota por su hermosa cabellera, por su frente majestuosa, por sus amables ojos y por sus mejillas. ;Oh martires de Jesus! Vuestros potros y caballetes, vuestras -ruedas de puiiales y pitas de acero, vuestros azotes ¥ _ plomadas , ya no seran dificiles de sufrir, pues Jesus los ha consagrado con su a sangre, con su Pepeneis y manse- dumbre. ‘ Mas ,qué tumulto oigo yo en Jerusalen? 4Qué vértigo se ha apoderado de sus habitantes? El templo, cuyas bé- vedas resonaban con los canticos de los levitas, se en— cuentra desierto; las casas se ven sin moradores; el pue- blo todo se encuentra en las calles y plazas pidiendo ven- ganza; el sacerdote ha abandonado el incensario y empuiia la espada; las madres tienen en los brazos 4 sus hijos. 4Qué enemigo asedia los muros de Sion? ,A dénde va este pueblo? 4Qué le sucede? j; Ay! Sus gritos son contra Je- sus}; sus espadas son para custodiarlo; las madres llevan 4 sus hijos para que se alegren en la ejecucion de aquel hombre; todo el tumulto consiste en que Jesus va mar- chando con la Cruz acuestas hacia el Calvario. j Desgra- ciada Jerusalen! Un dia ha de venir sobre ti en que se dira que son felices las estériles, porque las madres, acosadas por el hambre, han de devorar 4 sus hijos ; un dia de juicio ha de demoler tu templo, tu altar y tus que- rubines; un dia ha de envolver entre ruinas espantosas al sacerdote y al Santuario, porque en este dia en que Dios juzga al demonio y al pecado, ti has pedido que. caiga sobre tu cabeza la sangre del Justo. Mas no nos detengamos en esta ciudad deicida: sigamos los pasos de Jesus ; subamos al Calvario; aqui es el ultimo ataque del

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