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¢, 108 sentar batalla 4 Jesus; el huerto de Getsemani es el pri- “mer teatro. Ya cay6 Jesus, ya estd preso, ya esta enca- denado; por esta vez no ha podido evadirse ; el demonio cree que podra atacarlo en todas direcciones, arrollarlo, envolverloy alcanzar victoria. ; Bestia cruel y astuta, tu caeras en el lazo que has tendido contra Jesus! Al parecer, jcudnto terreno no ha adelantado Lucifer contra Dios! £1 se ha introducido en la escuela de Jesus, se ha posesionado de uno de sus Apéstoles, y éste se ha presentado al Concilio, ha vomitado mil blasfemias con= tra su Maestro, lo ha desacreditado, ha prometido entre- garlo, y lo ha vendido por treinta monedas viles ; al poco, todos los demas Apéstoles lo abandonan con cobardia, y otro, que era la Cabeza del Colegio, jura que no conoce a este Maestro, lo anatematiza y detesta por unos mo- mentos. Cuanto mas encarnizado es el ataque del demo- nio contra Jesus, tanta es mayor su confusion y cegue- dad. Con rapidez pasa Jesus de tribunales 4 tribunales, y en todos sale, 6 condenado, 6 despreciado, 6 ultraja- do; de los grandes pasa al populacho, del populacho 4 los jueces, de los jueces 4 la soldadesca; por todas partes _ llueven sobre Jesus los escarnios, las afrentas , los bal- dones y las humillaciones, y, por fin, un presidente co- barde sucumbe al tumulto popular, que pide 4 voces la muerte de Jesus. «;Muera Jesus! gritan: y muera como un ladron, muera como un revoltoso, muera como un malvado, muera como un maldito, muera en un palo afreritoso!»» Asi es condenado 4 concluir su vida, como si fuera un asesino. Nada omite el infierno para devorar al Justo. Pilatos pretende salvarlo, y al efecto lo remite& Herodes; y esto, en vez de ser favorable 4 Jesus, acelera su condenacion. Eran enemigos estos dos principes; pero una mano oculta los une y reconcilia. «Los une el demo- nio, dice un sabio expositor (Theophilac., in cap. xxvitt; Luce, vers. 12), y los une para que Jesus perezca.» Pero
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