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na de Moisés, que vosotros explicais ;-tened presente que. ha resucitado muertos, que ha enjugado muchas lagri- mas, y que ha aliviado la indigencia y desterrado la igno- rancia con su doctrina; no es digno de muerte Jesus, no. Mas yo me equivocaba: Jesus es digno de muerte por ser el Mesias. Jesus es digno de muerte; § y por qué? Porque ha tomado sobre si nuestros pecados, y para librarnos de la muerte eterna que por ellos merecemos, quiere sufrir £1 la muerte temporal. La sinagoga, reunida en cuerpo; sus pontifices, sus sabios, no hacen mas que pronunciar de un modo sensible la sentencia que el Padre Eterno ha pronunciado contra su Hijo. Jesus representa en este mo- mento 4 todos los pecadores del mundo, y conviene que muera uno que lo es en la apariencia, para que se salven todos los que lo son en la realidad. Reus est mortis. Es verdad; pero entre tanto, gquién no se irrita al ver el inicuo proceder de la sinagoga? Aquellos jueces, que debieran ser el modelo de la moderacion , abando- nar sus asientos, arremetiendo al reo por todas partes, empiezan 4 escupirlo en su rostro, 4 mesar sus barbas y eabellos, y cubriéndole la cara con un trapo, se divierten con él, sacrificando asi los deberes de la decencia y el decoro 4 la pasion de la ira en que estaban abrasados. gY qué objeto tienen estos hombres en irrisionar y escarne— cer de este modo al humilde Jesus? Desacreditarlo y con- vencerlo de profeta falso y de impostor sacrilego. Cuan— tas veces habian hablado con Jesus en el tiempo de su predicacion, otras tantas éste oia sus palabras y respon- dia 4 sus pensamientos; manifesté en muchas ocasiones que ocultaban vicios abominables bajo apariencias de vir- tud. Al paso que Jesus aleanzaba reputacion de Profeta, : ellos decaian en la estimacion del pueblo; mas cuando vieron 4 Jesus en sus manos, quisi¢ron vengarse humi- llandolo hasta el extremo de tratarle como 4 un enajena- do, cuya extraviada imaginacion lo exaltara hasta el ex-
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