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con San Bernardo, que el cuello de Jesus fué agatrotado eon cadenas, y que las divinas manos que. formaran los cielos fueron tan fuertemente atadas, que brotaron san- gre; pero yo no puedo callar lo que sucede en el alma de Jesus en este momento. ;Qué calma! ; Qué serenidad ! Al ser apresado, tuviera Pedro una espada que encontrara aquella noche en el Cenaculo; al ver éste el atrevimiento de tanto malvado, quiere defender & su Maestro: tira de la espada, acomete, ataca, y, como atleta enardecido, se introduce en medio de los enemigos, cortando en su pri- mer impetu la oreja 4 uno de los sicarios. En el acto mis- mo, Jesus hace que se suspenda el furor de los soldados; ‘se dirige 4 Pedro, y «Vuelve, le dice, vuelve la espada 4 su lugar. ; Qué! 4No he de beberelcaliz que mi Padreme _ ha dado? No sabes que puedo pedir 4 mi Padre muchas legiones para mi defensa?» Y diciendo y haciendo, toma en sus manos la oreja de Malco, y la restituye 4 su lugar. 4Qué quiere decir Jesus con estas palabras , amados mios? No sabia todavia Pedro cuales eran las armas de la Cruz; no sabia que el cristiano habia de vencer oponiendo 4 las espadas aceradas’el leiio de la Cruz; no sabia que cuando el discipulo de Jesus quiere resistir 4 sus adversarios con las mismas armas que éstos emplean, es vencido. «Vuel- ve, pues, le dice Jesus; vuelve ese hierro 4 su lugar. Yo no quiero resistir 4 estos hombres: ellos me venceran & fuerza de heridas, mas yo los venceré 4 ellos 4 fuerza de humildad y sufrimiento; ellos me han de injuriar y de- — nostar, y creeran que me han vencido, pero yo he de ser el victorioso con el silencio y la resignacion. Deja ese arma para los soldados terrenos, que ti eres soldado de otra milicia.» Mitte gladium tuum in vaginam. En efecto; desde ahora empieza otro género de com- bate : Jesus he de perder su fama, su gloria y su repu- tacion ; Jesus no ha de oir sino improperios y sarcasmos, __ y no ha de desplegar sus, labios para justificarse ni que-