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532 no tiene carne en que saciarse, se la da con abundancia; y apenas éste se ha dado 4 la gula, caen sobre él las iras del cielo. (Ps. txxvn, vers. 30.) Si los impios se solazan en opiparo banquete, loando y ensalzando 4 sus dioses falsos, y bebiendo licores con sus concubinas en los va- sos sagrados del templo de Dios, pronto se deja ver una mano terrifica que escribe en aquellos muros, cubiertos de tapices y moteados de oro, que son testigos de la cra- pula y la disolucion, la sentencia terrible que va 4 caer sobre el autor de tan execrables excesos. (Dan., cap. v, vers. 25.) Si una nacion regalada y acariciada por las bondades del gielo abusa de los favores y fija su pensa- miento en los placeres de la materia, en vez de elevar su. corazon 4 la verdadera tierra de los vivientes, pronto hace Dios que ese pueblo encuentre durezas por todas partes, y no refrigere su sed sino con vino mezclado en hiel. (Ps. tix, vers. 5.) Hé ahi, mis amados oyentes, el sistema de la econo- mia de Dios para salvar 4 los hombres de los males irre- mediables, que son los del otro mundo. Enviales’ algu- nos temporales , transitorios, y por consiguiente leves y ligeros, aunque nos parezcan graves y pesados; aquel rostro dulcisimo y apacible del Padre celestial, que es todo bondad, amor y dulzura para sus hijos, asoma en lo alto de los cielos, mostrandose alguna vez cefiudo, airado y con miradas fulmineas; aquella mano que der- rama beneficios sin cesar, se ve extendida y armada de sus lanzas de fuego, y aun despide alguna, mandandola que recorra las nubes y hiera @ las torres, pero que no toque 4 los hombres, y vuelva 4 darle cuenta de su mi- sion. ,Y para qué es todo eso? Digalo aquel hombre ad- mirable ; que cambié la pellica del zagal por el manto de purpura ; el cayado pastoril por el cetro, y la cabaiia ves- tida de ramas de enebro por el alcazar de los jebuseos. Digalo ese hombre, que sufrié rebeliones en sus hijos,

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