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hombres, conocidos en la historia con el nombre de azo- tes de Dios, verdugos de la hamanidad y tiranos del mundo, han tenido rasgos dé bondad de vez en cuando; pero es preciso conocer que , por muy viciado que esté el hombre, siempre le'quéda en su alma el gérmen del bien; al través de las malezas‘descuella alguna vez la blanca azucena, y entre mil espinas brota|la odorifera rosa; la compasion es tan natural al hombre,'que, por mas ave- zado que se halle en sangre humana, le conmueven'al= guna vez las lagrimas dé la orfandad; él valor tambien aconipaiia al que'va al combate con la majestad del leon, como al que salta furioso como el tigre, ciego como el toro, 6 astuto como la sierpe ; mas ni esta piedad ni este valor son plantas indigenas en corazones irreligiosos; si él hombre perverso aleanza victorias, van éstas mar- _ cadas con él sello’ de la usurpacion, y se le signen las ruinas , las lagrimas, la desolacion y la orfandad irreme- diables; si entre tanta desgracia se deja ver algun rasgo. ~ de piedad, es de la naturaleza de esos arbustos nacidos entre médanos de las playas; que no dan fruto alguno, miéntras el triunfo de los guerreros justos es para repa- rar las ruinas , y restablecer las leyes, y destruir la ini- quidad, planteando en seguida ‘la paz, la bienandanza, la seguridad, las artes, el comercio y las ciencias, y sos- teniendo la Religion, que hace dichosos los pueblos _que la observan. aCuales son las glorias de esos guerreros que, orgu- logos al frente de ejércitos feroces, han entrado en reinos pacificos, talando las ciudades y sujetando 4 su espada homicida millares de hombres desarmados? ;,Cual es la gloria de um Antioco, saqueando el templo de Jerusalen; de un Nabuco, amenazando con ‘el exterminio'a todas las — provincias si né lo adoran como 4 Dios ; de un Dioclecia- no, pasando 4 cuchillo legiones enteras porque no siguen su falsa religion; de un Lutero, amotinando los pueblos

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