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Levantate, levanta tu frente humillada hasta el polvo; ningun pueblo tuvo tus vates misticos , tus cantores sa- grados, tus maestros en la vida contemplativa. ; Qué ele- vacion del alma hacia Dios! | Qué pensamientos tan su= blimes! j Qué expresiones tan adecuadas ! ; Qué conoci- miento tan profundo de las cosas! Sefiores, lo que vid nuestra patria en este género de literatura , no lo Vié na- cion alguna. En este mismo paraje habeis oido las poe- sias tiernas, amorosas, arrobadoras , de la misma Teresa de Jesus, de Sor Marcela y de otras almas que vivian — enamoradas de Dios; y estoy seguro de que no han heri- do sus ecos vuestros oidos, sin que se hayan conmovido todas las fibras de vuestros corazones. Esas poesias pa- recen plectros angélicos, arpas de serafines, melodias celestiales; mas entre tanto, los que las componian eran séres Desi de austeridad, vatiradbe del mundo, quienes parece que nada debian saber de’ él, y sin ivierzo: lo sabian todo, y se servian de todo para explicar sus amo- _ Yes, para expresarlos y para contarselos 4 todos, con el fin de que todos amasen lo que ellos amaban, que era Dios y sus bellezas inefables. Pero, sefores , lo que mas llama mi atencion y cauti- va mi entendimiento es el ver los efectos que produce en aquellas almas el amor divino. Aqui veo 4 hombres entregados 4 la austeridad, 4 la soledad y al alejamiento completo del mundo; 4 hombres’ macilentos por la mor- lificacion, de quienes se diria al yerlos que estén posei- _ dos habitualmente de ideas tétricas y pensamientos lu- -gubres; y sin embargo, cuando se trata de describir las finezas del amor divino, toman la lira y aparecen con todo el ardor juvenil, con las galas de una imaginacion fecun- da, y brotan de sus labios cantares alegres y estrofas tan cadenciosas como encantadoras (1). Allies una religiosa (1) Comentaba el venerable padre Fr. José de Sigienza el Cantar de los Cantares en verso sencillo, y al llegar 4 aquellas palabras de la Esposa, que dicen: