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que se hacia hermano de las cofradias instituidas para desagraviar 4 Jesus sacramentado de los ultrajes de los protestantes: que sometia sus escritos, Antes de publi- carlos, al juicio de la Iglesia, para que ésta los corrigie- ra y los aprobara; y que, por fin, llegada su ultima en- fermedad, recibia los Santos Sacramentos, dando prue= bas expresivas de su fé, y entregaba su alma al Sejfior, muriendo santamente (1). Descrita la vida y muerte de Miguel de Cerviéntes , esta referida, con corta diferencia, la de todos los que lo imitaban en sus ‘areas literarias; y casi podemos afirmar que en ella esta encerrada la de euantos le han seguido despues. Parece que en Espaiia renuncia a ser literato el que renuncia,a ser catdlico, pues la literatura espafiola no es, como quiera, la hija exclusiva de la Religion, sino la hija predilecta del Cato- licismo. Prueba bien evidente de esto es, seiiores de la Acade- mia Espaiiola, esta solemnidad que consagrais cada afio al Dador de todo bien. Herederos, conservadores y con- tinuadores de las glorias literarias de Espana catdélica, confesais hoy ptblicamente que aun las inteligencias mas sublimes entre los hombres pueden padecer sus ex- travios , y que al lado de una sabiduria tan extensa como la de Salomon, se pueden ver muchas miserias del cora- zon apasionado. Y eso que nos ensefia la Religion, con- firmandonoslo la experiencia, lo sabeis bien por la histo- ria de aquellos hombres sabios, por quienes derramais vuestros corazones en firedenciny del Sefior. Yo lo recuer- do hasta con lagrimas de alegria; hubo entre ellos algu- nos cuyas sienes se veian abrumadas por el peso de las (1) Este hombre, dotado de un eptendimiento tan privilegiado, se hizo ter- cero de San Francisco, como consta por el asiento en los libros de la Orden, cuya partida dice asi: En 2 de Abril de 1616 profesd en su casa, por estar enfermo, el hermano Miguel de Cervantes, en la calle del Leon, en casa de D. Francisco Mar- tinez, clérigo, hermano de ta Orden. (Ex Mangus nz Mouins: La sepultura de Miguel de Cervantes, pag. 205.) ee ee — ee a aS a i Be a ee TAP ers i ee.

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