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OS om re ie ee iS fe *. ee 2 aberraciones literarias de aquellos tiempos. Vinieron- otros que produjeron algunos herejes; pero para disemi- nar sus errores tuvieron que abandonar su patria y na- turalizarse entre herejes, como lo hizo Miguel Serveto, 6 vivir envueltos entre los pliegues de la hipocresia, como Miguel de Molinos. El error siempre fué planta exdtica en Espaiia, 6 fué importacion extranjera, que no pudo echar raices, como acontecié con el elvidianismo: 6 si nacié en el suelo de la fé, tuvo que ir a otro pais para tener vida. Prueba de ello es lo que estamos viendo que sucede a menudo. ; - Hoy dia podemos asegurar que la lengua hintans ha roto los dos muros, el dental y el labial , de que Dios la -rodeé para contenerla y sujetarla. Si seane vez en el seno de esta nacion, que no quiere hablar sino catolicis— mo, se desata alguna lengua, sea tan prosista como la de Ciceron, 6 tan poética y cadenctiosa como la de Pin- aro, en blasfemias 6 errores contra cualquiera misterio de la Religion, 6 contra la misma Religion, le sucede al blasfemo lo que acontecié al Doctor de las gentes cuando -anuncid& los filésofos del Aredépago ateniense que habia Dios, y que habian de resucitar los muertos. Cuantos oyen las blasfemias se dicen muituamente: «;Qué barba- rismos, qué solecismos son esos que dice ese hombre? #Qué nos quiere decir ese sembrador de palabras?» Quid ult seminiverbius hie dicere? (Act., cap. xvit, vers. 18.) Poco hay que discurrir para adivinar Ja causa de la suma pureza de doctrina, que es como el alma de la lite- ratura espafiola: desde los tiempos mas remotos tuvimos maestros de toda clase de literatura, de la sagrada, de la eclesiastica, de la profana, de la poética; y 4 fuerza de publicarse aquélla por todas partes, 4 fuerza de trasmi- tirse por una tradicion constante de una generacion & otra y de un siglo 4 otro, Ja literatura, tan pura en len- guaje como en ideas, ha venido 4 formar como un habito.
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