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497 » universal. Roma produce algunos filésofos en aquel cli-- ma benigno del Lacio; pero Espaiia le regala el mas puro de todos en sus doctrinas y en sus reglas de mora- lidad. Todos ensefian, pero ninguno enseiia como Séneca; ninguno sino él se granjea el sobrenombre de fildsofo; ninguno profesa con tanta severidad los principios de justicia, las leyes del derecho natural, los preceptos de una vida morigerada ; y su renombre crece de tal mane- ra, que engendra en algunos la sospecha de que es cris- - tiano ocultamente, y de que tiene relaciones con el wi Doctor de las gentes, San Pablo. Muchos sdbios m4s regalé Espaiia 4 Roma pagana, los cuales vistieron, ora la toga del fildsofo, ora el manto del Emperador. Yo os los nombraria 4 todos si lo mereciesen;, pero tienen sombras que no les permiten entrar en el santuario, pues pertenecen a tiempos de ignorancia reli- giosa, 4 tiempos en que no se conocia a Dios, y en los cuales se puede decir que todo era dios ménos Dios. Pero desde que el Dios verdadero fué conocido, se abrié una - era tan florida para las letras, que llegé 4 oscurecer con sus luces los mismos tiempos llamados de oro de Roma y Atenas. Han trascurrido ya diez y nueve centurias de glorias literarias, cuyo origen es el Cristianismo, y al echar sobre ellas una mirada rapida, pero escudrifiadora, — no puede uno ménos de exclamar y preguntar: gqué se- creto hay en la nacion que no dobleg6 su cuello al astuto fenicio ni al romano altivo? Qué nimen singular la vi- vifica con sus inspiraciones? ’ Es muy notable, setiores, lo que ha pasado siempre en nuestra Espafia: abrid su corazon 4 la fé catdlica, apli- cando sus oidos 4 la doctrina del Evangelio, y podaiialis decir de ella lo que dice la Historia Sagrada que era el mundo despues del diluvio: Zrai terra labii wnius et sermonum eorundem. (Gen., cap. x1, vers. 1.) Un solo idioma, un solo modo de hablar habia enténces: un solo — TOMO I. i

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