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rias, y se lo lleva todo la polilla; pero queda intacta la inteligencia, permanece la cienciay sobrevive la sabi- duria, que es un vaso precioso 6 incorruptible. #st au- tem et multitudo gemmarum; et vas a labia scientia. : Sefiores: hay cosas pasadas que no pasan, porque queda algo de ellas; y por poco que quede, equivale al todo siendo parte. Pasa el hombre por este mundo como viajero que camina 4 su patria; mas aunque cierre su viaje al borde del sepulcro, para no ser visto mas, queda algo de él en esta tierra. Sino quedasen mas que los des- pojos de su mortalidad, poco era lo que nos. quedaria; empero queda algomas, queda la justicia del justo, la rectitud del bueno, la sabiduria del sabio. Trasmigran ellos, quedandose entre los hombres el suave olor de la vida santa, los testimonios de su bondad y las lecciones de su sabidurfa. Y aqui teneis una prueba bien palpable de ello; hace hoy precisamente dos centurias y cincuenta y siete aflos que entraban en este templo los restos mortales de un hombre que no posey6 oro, ni pedreria, ni riquezas. Ve- - nia en hombros ajenos, vestido de tosco sayal y traido en pobre ataud; joh ataud! Sidebiese entrar hoy, no po- drian llevarlo hombros humanos , porque el peso de los laureles que desde enténces aca han arrojado los hombres sobre él, los abrumaria. Era un hombre conocido entén- ces por ‘el Manco de Lepanto, por el cautivo rescatado por los trinitarios, por el desvalido que vivia por el favor que le dispensaban un grande del mundo y otro de la Iglesia. ;Miseria humana! ; Vanidad del mundo, que © suele tener en su seno a hombres que se parecen por su inteligencia 4 los angeles, y sin embargo no les dirige una mirada de aprecio, porque no tienen- alas doradas! Pues bien; ese hombre murié, y puede decirse que vive, por habernos dejado un tesoro inestimable de cien- siti ek iat la a ai Sail ti

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