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surosos al vesoune a ver al Papa detenido, al Martir del Janiculo, al Cautivo de los revolucionarios; van 4 besar- le los piés, 4 ofrecerle sus dones, 4 decirle que estan todos prontos 4 empufiar la espada en el dia que Dios ten— ga sefialadu para el castigo de los malos empedernidos; y despues de haber visto aquella figura, juvenil aun des- pues de ocho décadas; despues de haber oido aquellas palabras amorosas, vigorosas, encantadoras, extasiado- ras, consoladoras, salen diciendo todos: «; Milagro! ; Mi- lagro! Verd los dias de Pedro, y \os pasara, y vera la ruina de sus enemigos y el triunfo de la Iglesia.» Qui habitat in coulis irridebit eos , et Dominus subsanabit eos. Sépanlo, pues, los impios: Pio IX vive, Pio IX vive, Pio IX vive, Pio IX vive: sépanlo las cuatro partes del mundo: Pio Ix vivira hasta que vea el ‘triunfo, de la {6 y de la _— VII. Poco tengo que deciros ya, mis amados hermanos, sobre lo que os sugiere la virtud de la esperanza despues de haber oido lo que todos vemos con los ojos de la fé. Cuando el venerable Pontifice ha entrado en el aio vigé- simosexto de su pontificado, encontrandose fuerte y vi- goroso como si estuviera en los dias de la mayor virili- dad; cuando toda la Iglesia en masa esta hoy orando al Sefior para que contintie manifestando mas y mas su po- der; cuando ésta se hallaba, hasta hace poco tiempo, como agobiada con un peso enorme de tribulacion, y de repente se ha vestido de gala, dun teniendo cautivo al que es‘su Cabeza visible; cuando en toda la redondez de _la tierra se oye hoy el mismo cantico, se modula la mis- ma salmodia, hacen eco las mismas alegrias, resuenan. los mismos ruidos festivos y retumba toda la tierra con una especie de tempestad de melodias, con la cual los.

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