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i un rebote y vuelvan 4 clavarse en el que los despidié. El hombre que se empefie en atacar lo que Dios ha fundado, cuando existe el rescripto del mismo que dice: «no prevaleceran,» non prevalebunt (Math., cap. xv1, vers. 18); el que intente trabajar en urdir lazos, en for- mar redes; en levantar valladares para enredar al Vica- rio de Gristo en los primeros, 6 impedirle el paso con los . segundos, desciende en el 6rden moral 4 tal grado de | estupidez, que excede 4 la de um insecto vil: No se ha -<de reir el Sefior?4No se ha de burlar de tanta temeridad? Comparemos séres con séres y objetos con objetos: >mirad 4 una araiia que fabrica la tela de su morada; con qué destreza coloca los hilos paralelos, formando despues an- -gulos, rectangulos y poligonos, y despues évalos, circu- los y tridngulos ligados en todas direcciones. aY para qué es ese trabajo hecho 4 sus expensas? Para saciarse luégo en los jugos del insecto alado que se ha de enredar en su tela; no hay cuidado que pase alguno por su contorno que no sea su victima; y la arafla lo sabe en su inslinto, que no falta jamds ni en elegir los medios ni en ecm los resultados. No sucede otro tanto 4 los hombres que forman ‘ioe pare enredar en ellas al Vicario de Cristo, 6 para devo- rar 4 los que el mismo Jesucristo manda que vuelen como aguilas por el mundo anunciando la verdad. j;Qué afanarse esos hombres para tejer la red de la conspira- cion y la trama de la ficcion! Colocan un hilo, diez, ciento, mil. «Esta hecha Ja red, dicen, y esta vez no se nos ‘esca para ;»» y entre tanto, Dios esté mirando desde el cielo, y se rie al ver que han dejado olvidado un hilo, y no han sabido tejer la tela. «No tiene efugio, abl ven a decir: hemos tomado todos los caminos; el monte y el valle es nuestro; la altura y Ip: haddonade estén guarda- das: no se nos escapard. » Y Dios se rie de ellos por ha-— ber dejado las laderas sin custodia y porque no han visto