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sion de David, 4 semejanza del héroe de fuerza herctlea que ha comidv bien, ha dormido con placido sueho, y leno de fuerza y de indignacion contra sus enemigos, — toma su clava ferrada y no deja uno solo en pié en pocos momentus: #t excitatus est tamguam dormiens Dominus, tamquam potens crapulatus a vino. (Ps. LXXViI, vers. 65.) Asi lo creemos; y al ver los desafueros de los malos; al ser testigus de sus atentados sacrilegos; al presenciar la impuuided con que los perpetran y la jactancia insulente con que insultan a los servidores del Allisimo, no pode- mos ménos de gritar al cielo y decir 4 Divs con el Pro- feta: Seaior, levdntate; spor qué te estds durmiendo? (Sal- mo X11, vers. 23.) Pero si bien nuestra oracion es santa y acepla 4 Jos ojos divinos, nos equivucamos en creer que Dios ha de hacer cosas grandes y ruidosas 6 instanla- neas, para confundir a lus malvados. . No es asi, no. sSabeis cémo confunde Dios 4 los ene- migos de su Iglesia? Riéndose de ellos, dejandolos que vayan urdiendo sus tramas, teniendo sus conciliabulos, calculando sus medios y formando sus planes, y aun de- jandoselos ejecutar para que queden burlados todos ellos, precisamente cuando creen que hun logrado su objeto. Y no hemos de suponer que Dios se ria de nadie, como dice San Jerénimo, sino que nosotros hacemus cusas dignas de risa y de desprecio. (Comment. in. Ps. 11, vers. 4.) Y en efecto: gqué cosa habria mds digna de risa que el ver que un replil se empeiiase en derribar una grau roca de granitu, royéudola por el cimientu? Qué cosa mas digna de irrision que el ver al barbaro africuuu echundo puia- dos-de tierra para oscurecer el sol, 6 lanzaudo saetas contra él para quitarle las madejas de su luz? Pues eso es precisamente lo que intentan hacer lus enemigos de la Iglesia catdlica, y Dios los deja que curroan la roca de Sion, sin mas resultado que el de perdur sus dientes, y que disparen dardos contra ella para que den éstos
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