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mirable que hay hoy en la‘tierra; y que la Parca, que tan astuta es para deslizarse por todas partes con su gua- dafia, ha huido avergonzada por su inepcia, no sabiendo cémo penetrar alli, donde hace ya diez y ocho siglos no | ha permitido que nadie viviera cinco lustros. Hé ahi lo que esta viendo el pueblo catdlico ; y asombrado, gozoso, _derramando lagrimas de alegria, apenas puede hacer mas - que levantar sus manos al cielo, y decir al Sefor en. me- dio de sn éxtasis: «Tu brazo, Sefior, ha sido ensalzado por tu fortaleza; tu derecha, Sefior, ha herido al ene- migo; Tu eres quien en medio de Ja gloria has echado por tierra al adversario. (#irod., cap. xv, versiculos6 y 7.) 4Quién se asemeja 4 Ti entre los fuertes, joh, Sefior! ,Quién se parece 4 Ti, que eres magnifico en la santidad, terrible y digno de alabanza, y hacedor de maravillas?» (Hwod,, cap. xv, vers. 11.) Fs Para examinar este acontecimiento, tinico y especial _en el largo periodo de diez y ocho siglos, no basta Ja ciencia, y mucho ménos esa ciencia altiva y orgullosa que se precia de saber las cosas divinas, cuando hasta ‘ignora las humanas; es necesario, no sdlo tener fé , sino avivarla mucho. Para esos escéplicos que Heshrarpe todo lo que es el ornato exterior de la Iglesia catdlica, _ greyendo en su.necedad que la han de destruir 4 ella: para esos revolucionatios, cuya ciencia es la negacion, cuya ocupacion es destruir, cuyo ambito de accion es la materia y ¢l materialismo, y cuya religion se reduce é un sentimentalismo vago y abstracto, 4 un naturalismo degradante y vergonzoso: para esos séres que tienen un entendimiento sin.alas para volar al cielo, este aconte— cimiento no tiene significacion; pero para el pueblo :ca- télico la tiene, y muy grande; pues en vista de él, sufé