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cielo con los que viven en la tierra, unidos con ellos en Jos mismos vincules de caridad, repiten todos hoy un © mismo cantar, rinden gracias 4 Dios por el mismo favor recibido, y dan al mundo creyente y al incrédulo el mis- mo aviso. «Grandes y admirables, dicen todos hablando con Dios, son tus obras, Sefor, que lo puedes todo: rectos y Séadatterce son tus caminos joh Rey-de los si- glos! gQuién no te ha de temer?» 4Y qué favor tan singular es ese que ha puesto en movimiento los corazones de los ficles? El mas grande que Dios ha concedido 4 cuantos han ejercido el altisimo cargo de Vicarios de Cristo en la tierra, despues del glo- rioso Principe de los Apéstoles. Nuestro venerable Papa Pio IX, Pontifice Maximo, ha empezado ya el ano vigé- simosexto de su pontificado, lo que sélo habia sido hasta hoy el privilegio de San Pedro: en lo cual la Iglesia catdlica reconoce el dedo de Dios, esperando ademas ver en esta prolongacion de la vida de Pio IX la proximidad del triunfo de ella misma y de la Catedra apostdlica so- ‘bre los enemigos de las dos. Sera este, mis amados hermanos, el objeto de este discurso y de vuestra religiosa atencion. Para que Dios _ ponga en mis labios palabras de verdad y de vida; para que no se deslice mi lengua, si acaso hay en mi audi- torio algunos que hayan venido con el fin con que iban los fariseos 4 escuchar 4 Jesus, os ruego que me acom— pafieis en mis oraciones 4 la Virgen Maria, 4 quien sa- ludaremos con devocion, 4 fin de que ruegue por el que va 4 hablar de quien,-entre doscientos y casi sesenta Pontifices, tiene derecho como ninguno 4 ser amado y. protegido por Ella. Digdmosla, pues, con el angel Ga- briel : Ave Maria. sii
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