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forma que se levantaron, y entre sdlo los anabaptistas se formaron treinta divisiones; y de éstas y aquéllas, cada una tenia su simbolo, cada una su ritualidad, sin que se encontrase ninguna cabeza en ninguna de ellas, por ser cada hombre cabeza de si mismo, de sus creen- cias y de su fé. Y esto, gcdmo se-llama en el terreno légi- co de las ideas? Poco es llamarlo, con Bossuet, ausencia de la verdad; pues como lo prueba admirablemente en su obra sobre las variaciones, el mismo cambio de simbolos y de doctrinas es una prueba irrefragable de que alli don- de se cambian no hay verdad, porque la verdad es siem- pre una, y no admite division, ni mudanza, ni altera- cion, y lo que hoy afirma lo afirma mafiana y lo afir- mara eternamente. Poco es, repelimos, llamar 4 esto ale- jamiento de la verdad: su verdadero nombre es idolatria del racionalismo, antropolatria, es decir, la adoracion de la razon individual por el mismo individuo, que no quie- re doblegar su razon. Ja razon divina » que arguye con ella y la enmienda y corrige, y se sobrepone 4 ella. El tiempo se ha encargado de demostrarnos que esto es asi, como aparecera por lo que tenemos que decir. XIV, Claro esta que el protestantismo se present6 en el si- glo décimo sexto. como un acervo de piedtas cuadradas, que se interponia en el camino por donde marchaba la civilizacion del Evangelio. Tambien diremos que apare- cid como destructor; pero daremos gloria 4 Dios y 4 su Iglesia, pues la historia nos demuestra que no la ha des- truido, y la fé nos dice que ningun poder, ni dun el de Satands, ha de destruir lo que Jesucristo ha edificado. Ademis , es un hecho constante que, por muchas y gran- des que sean las revoluciones que han trastornado 4 una region donde se ha predicado el Evangelio y se ha esta- /
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