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< Espiritu Santo, y rechaza los que le agrada, corrompe las: sentencias de los que conserva, destruye los Sacramen— tos, cambia la liturgia venerable que habian establecido los Apostoles, reduce Ja verdad de la Eucaristia 4 meras apariencias, prohibe el ayuno consagrado por la ley, por: los Profetas y por el mismo Jesucristo, é introduce la di- solucion de costumbres en el santuario; una secta que: cambia de doctrina segun sean los sujetos 4 quienes se dirige; que, al nacer, encuentra bastantes fundamentos en las paginas sagradas para que un Landgrave tenga dos esposas, porque no se satisface con una; una secta de este género destruye por sus ctimientos la verdad, la unidad y el magnifico edificio de la fé, proclama la li- bertad para que cada uno rechace los dogmas que quie- ra, se forme una moral 4 su antojo, y viva segun mejor le parezca, sin atenerse 4 preceptos divinos ni 4 autori- dad que los explique, pues él mismo se los interpreta segun le acomoda. Asi vemos esa triste esterilidad del . protestantismo en el terreno de las virtudes. Cuenta éste: sus martires & su modo: el martir Juan Hus, el martir- Jerénimo de Praga y otros, y yo no lo extrafio, pues el fanatismo hasta}cuenta ya hoy dia martires de la disolu- cion, mértires de la democracia, que es cuanto puede- decirse en materia de absurdos. El protestantismo. tiene este género de miartires , y puede gloriarse de que él los ha engendrado: pero de seguro que no se gloriara de ha-. ber producido virgenes que consagren su alma y su cuer-- po al amor de Jesucristo, ni'penitentes que pasen su vida en los rigoresfde la austeridad evangélica, ni ministros que guarden castidad. Pues esa confusion y este desdrden reinaban exacta- mente en la sociedad antes de la venida de Jesucristo, y esto es precisamente lo que ha acontecido en el seno del protestantismo. Todavia vivia su fundador Lutero, y ya habia tantas seclas cuantos fueron los héroes de la re= v
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