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443 para poder hacerse hijos de Dios,» como lo explica San Agustin (Lib. de Spirit. et Litter., cap. xxx1), y lo dice el Criséstomo por estas palabras: «Por qué no dice: y los’ hizo que se hiciesen hijos de Dios, sino para demostrar que era necesaria mucha diligencia para conservar pura é incorrupta la imagen que se nos imprime en el bautis- mo? En todo y por todo nos manifiesta que no nos fuerza ni nos violenta, sino que deja en sus fueros nuestro libre albedrio.» (Cornel. Aldpid., in Joan.;cap. 1, vers. 12.) ‘Lutero, Calvino y Beza negaron esta doctrina y des- truyeron con ella todas las nociones que tenemos sobre el modo de ilustrarnos, y por consiguiente de civilizar- nos; porque, no hay remedio, la ilustracion no puede concebirse si no se supone que el que se ilustra parte de un estado de ignorancia absoluta 6 relativa, y no se da al mismo sujeto capacidad y aptitud natural para com= prender cuanto conduce a adquirir la ilustracion, sea me- diana, sea completa y perfecta. Ni tampoco puede enten- derse lo que es civilizacion, si no se supone como prin- cipio inmutable que el civilizado ha de arreglar sus ac- ciones 4 sus ideas, y que éstas han de ser conformes con los principios , inmutables tambien, dela verdad, de la justicia y de la‘ rectitud. A todo esto es contraria la doc~ trina del protestantismo, y por consiguiente la primera tendencia de éste al aparecer, fué paralizar lailustracion, la civilizacion y el progreso, en cuanto habia contribuido &irsacando 4 la humanidad del estado de ignorancia y barbarie que’ tenia)cuando Jesucristo vino al mundo a ensefiarnos los caminos de la justicia y la verdad. ; El hombre sin libre albedrio para escoger el bien por su pro= _ pio querer, ayudado de la gracia! ; El hombre inoperante en el negocio de mas importancia, que es la asecucion de la vida eterna! ; El hombre que va-al cielo, sin pensarlo ni quererlo, y lo mismo al abismo, tan sdlo porque Dios los ha criado para que vayan irremisiblemente, 6 al Em-

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