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afirmar eso, equivale 4 decir que el bueno _y el malo lo, son sin que tengan acto reflejo de su bondad 6 malicia, siendo Dios el tinico agente de esos dos extremos opues— tos; y por consiguiente él Dios arbitro que sin justicia equitativa y retributiva destina a uno 4 la gloria yaotro al infierno. Hé ahi las monstruosidades que enseflaron Latero, Calvino, Beza y los reformadores de la sociedad; hé ahi el hombre convertido por Lutero, y lo diremos por esta vez con sus propias palabras, en asno en plaza, es= pérando, como él dice’, que cabalgue sobre él el primero que llegue : si es Dios el primero, lo llevara al cielo ; si le coge la delantera el diablo, al infierno. Hé ahi el hom- bre sin libertad, al mismo tiempo que se le dice que use ampliamente de su libertad; hé ahi, por fin, el fatalis— mo de Mahoma adoptado por la reforma en cuerpo. IX. Pero eso es desconocer cuanto ensefian las divinas Le- tras, en las cuales se nos declara que Dios trata al hom- bre con todo comedimiento (Sap., cap. x11, vers. 18); eso es: no entender aquellas palabras con que el evangelista San Juan expone la ‘admirable economia que Dios tiene con el hombre, 4 quien da la gracia para que él pueda hacerse hijo suyo. Porque es digno de notarse que al hablar este Apéstol de los resultados’ admirables de la encarnacion. del Hijo de Dios, dice, entre otras cosas, que «4 cuantos lo recibieron les did poder para que sé hagan: hijos de Dios, creyendo en su nombre. » (Joan., cap. 1, vers. 12.) Enestas palabras esta explicada la dignacion divina, la dignidad humana y la sapientisima economia de Dios, para conservar siempre la libertad natural que ha dado. al hombre, y la gracia que le da por su Hijo, para que libremente crea en Ely se salve. Por eso nodice el Evan- gelio, «y los hizo hijos de Dios,» sino que «les dié fuerza
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