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122 : vida, y mantener con su aliciente: las arte el comercio y cuantos medios de prosperidad terrena Dios proporcionara al hombre con su sabiduria y pro-_ videncia infinitas. Por consiguiente , todos comprende- reis que los medios no son el fin, ‘que las riquezas tem- : porales no son el gérmentde la verdadera felicidad, y que ésta consiste en otro objeto que nada tiene de comun con el sentido ni con ‘los otros séres materiales, cuya transitoria hermosura encanta al alma, que obra por estos sentidos, y la enajena, y la extravia, y la conduce quizas 4 horrendos precipicios. Si hubiese conseguido convenceros de esta verdad, hubiera logrado un triunfo; pero este triunfo seria incom- pleto quedando en pié un gran coloso, que tiene tirani- zada la tierra. Es éste el deseo de eonrras y glorias mun- danas; deseo que, cual ardor febril, tiene siempre en movimiento 4 la humanidad, y la anignile y devora, Es este anhelo de una naturaleza superior 4 cuanto halaga al sentido, pues el honor y la gloria son cosas puramente espirituales , y aunque las recibamos de los hombres que ' constan de materia y de espiritu, pero afectan tunica- mente al alma, al alma, que naturalmente apetece la in- mortalidad en todos sus actos; es tambien su influencia en el hombre de mayor trascendencia, porque el apetito de riquezas temporales no ha ocasionado tantos males como el deseo de honores y glorias mundanas. ,Y quién esta exento de estos deseos? ,Quién dé los hombres rela- tivamente al estado y condicion que tiene no ha dicho alguna vez en su corazon: «Voy 4granjearme reputacion y 4 hacerme glorioso%» Faciam mihi nomen magnum? 4Quién no ha tenido alguna vez pensamientos de vana- gloria, tomando alas y subiendo como insecto 4 una at- mdésfera que no le pertenece, para caer luégo y entrar en su propia region? ,Quién no ha tenido mas 6 ménos des- arrollado aquel pensamiento atrevido del rey de Babilo-
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