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116 los idolos mundanos y carnales mas que crueles remi— niscencias de lo que pas6 para no volver mas. Y, por fin, yo llamaria feliz 4 esta vida si, exenta de los infortunios- anejos al valle de lagrimas en que’vivimos, tuviese fir- meza y estabilidad; pero no es asi: como si el vivir fue— se un erimen, es preciso expiar ]a vida en la muerte; todos somos victimas preparadas para este sacrificio; la juventud, la hermosura, las gracias naturales, haran que la victima esté coronada de flores; pero no por eso deja— ra de ser victima que se ha de sacrificar, como aquella. que por su vejez se halla ya descarnada. Desengaiémonos, amados mios : una vida tan corta,. tan desgraciada y llorosa, no merece el nombre de vida, sino en un sentido natural , mas no en un sentido moral;, porque, como dice el sabio Agustin , «no es propiamente vivir, sino morir, el estar circuido y oprimido siempre de aflicciones y de dolor.» Vida verdadera es aquella en que no haya mal alguno, y se posean todos los bienes, de modo que nada pueda desear el corazon ; vida verda- dera es aquella en que el amor es el vinculo eterno que une 4 los hombres con Dios y entre si; vidaverdadera es. aquella en que se tendra un conocimiento pleno y perfecto. de todas las verdades, pues las ha de ver .el entendi- miento en Dios. ; Ah! Si consideramos atentamente, diré con San Gregorio, las cosas que se nos preparan en el. cielo, nos pareceran viles todas las que vemos en la tier- ra. Porque las riquezas terrenas, comparadas con las ce-— lestiales, mas son carga que riqueza; la vida del tiempo, parangonada con la de la eternidad, mejor puede llamar- se muerte que vida. Bien comprendeis que han tenida gran razon los filésofos, los Padres, los tedlogos, en lla- mar 4 esta vida una muerte prolija, pues la experiencia diaria nos demuestra que es verdad. Bien comprendeis que si no hubiese otra vida que la presente, para un alma espiritual que se nivela con los angeles, y se asemeja &