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s \ 1413 gloriosa é inmortal.» Por esto dije, amados mios, que este dogma era dogma instintivo del hombre, dogma de la razon; porque ésta no encuentra contradiccion alguna en- tre sus luces y las del dogma; si examina los demas ar- ticulos de nuestra creencia, los halla conformes 4 la ra- zon; mas el dogma de la vida venidera no lo examina, ni lo puede rechazar, 4 no hacerse una horrible violencia; lo bueno lo acepta, lo abraza como cosa propia, y 4 El se agarra fuertemente la razon humana como @ una ancora, diciéndole: ;Oh dichosa inmortalidad! tu eres mi suerte y mi herencia; naufragara la naturaleza visible-entre las mas horribles tormentas ; el polvo y la nada seran el tini- co patrimonio de la materia; mas yo soy semejante 4 Dios ; quiero vivir, y vivir eternamente; este lenguaje es de mi razon ; por consiguiente, es tambien de la vuestra; es el de toda la humanidad que profesa este dogma de la vida eterna, como el tinico y verdadero balsamo que cierra las heridas que la postraran desde el principio por el pecado. : j Ah! Por corrompido que esté el mundo, por falsos y erréneos que sean los principios que hoy la ciencia vana quiere radicar en la sociedad, nunca desaparecera el buen sentido comun, que existe en el fondo de la humanidad; porque si los hombres son perversos , la humanidad no lo es. gPodra, pues, dar el buen sentido comun nombre de vida verdadera 4 la presente? No; la vida, para que merez- ca este nombre, ha de ser feliz, y para ser feliz ha de ser estable. gQuereis, pues, que llamemos vida 4 la muerte? No; el buen sentido comun no lo permitira jamas. Pues bien, sefiores; preguntad & todos los hombres cuantos son los dias de su peregrinacion en la tierra, y os diran lo que contesté Jacob al rey de Egipto:'«Pocos, y malos.» Mirad a aquel desgraciado hijo de Adan; no tiene apenas mas que los huesos y la piel, pues la miseria lo ha reducido al estado de un espectro animado; la dura tierra es sule- TOMO I. 8
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