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12 Sermon IL Los espíritus del abismo creen y tiemblan (7), y entre ellos hay aquel órden de penas que les asignó la soberana Justicia , segun la: mayor: ó menor gravedad de su maliciosa rebelion contra el Omnipotente ; pero los ateistas no tiemblan porque nó creen, y no creyendo, sus: pasiones no admiten ley. que las. modere , freno que las contenga, ni respeto que-las ponga término, mas que la débil fuerza del brazo del hombre. En substrayendose de sus alcances por el secreto ó la mayor fuerza , todo delito desaparece , todo cri- men se aprueba , todo desórden es permitido. ¡ Dios inmortal , vuelvo á clamar , justo eres Se- for, y rectos son vuestros juicios! Confúndase el hombre que no cree tu existencia á la wista de sus delirios, tan contrarios á la recta razon como á la virtud. Confúndase al mirarse degradado por sí mismo de su dignidad intelectual; y reducido á la clase de las bestias ¿ y hecho semejante á los jumentos insipientes. Confúndase al verse mas infelíz , mas miserable y mas desgraciado que to- dos los brutos. Y si estas verdades no le confun- den , confúndase siquiera al considerar la utili- dad que le resultaria de que hubiera ún Dios. De hecho , supongamos por ua momento que no haya Dios , y preguntemos ¿ . le seria útil al hombre quede:hubiera? ¡Pero ay! ¡Qué lengua de Angeles ni de hombres podria explicar los infini- tos bienes que le resultarian , y Jos-inumerables males de que se veria libre el hombre, habiendo (1) —Demones credunt, 8z contremiscunt, Ep. Jac, Ap. €, 11, ——— a

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