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Sobre la exístencia de Dios. e que no hay Dios. Tratemos de llenarlos de una saludable confusion con las innegables conseqiien- cias , y los horribles pero necesarios resultados de sus principios, para que humillados y aver gonzados á la vista de sus delirios , escuchen con atencion las pruebas invencibles que despues les daremos de la existencia de Dios. Buen ánimo , señores, desterrad los vanos temores, abandonad las ridículas ideas que os dieron en la niñez ¿ y que habeis conservado toda la vida , llenos de debilidad y supersticion. No HAY DIOS: NO HAY DIOS. Nosotros adornados de un saber profundo , de un génio extraordinario, y de un'talento delicado y fino, os lo asegura- mos. ¿Lo habeis oido? ¿Quereis que lo repita otra vez? Así habla el ateismo. Sí señores, lo he- mos oido y pero escuchadme tambien vosotros , y oigan mis palabras los cielos y la tierra «con quantas criaturas hay en ellos. ¿No hay Dios? Luego no'hay ley eterna, ni ley natural, ni ley civil , política , eclesiástica , ni militar que obli= gue en' Conciencia. No: hay tal conciencia , ni alma inmortal todo lo que existe es: materia; mas Ó ménos bien combinada por el acaso, que es el principio y el executor de la grandeza de los cielós , de la hermosura del sol ; la luna y las estrellas:, de la"regularidad y admirable armo- nía de sus movimientos , de la fecundidad «de La tierra , de las corrientes de los rios , del flixo y refluxo de los mares, de la variedad de los vien= tos , del instinto de los animales y los hombres, de las. virtudes de las plantas , y del.sérsde t9- Tomo L B