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Contra las causas de la incredulidad. 305 perfeccion heróica de sus preceptos, y lás admi rables virtudes de Jesu-Christo : ellos ignoran la autenticidad , verdad y divinidad de los libros del antiguo Testamento , la certidumbre de sus milagros , el exácto cumplimiento de sus profe- cías, y la divinidad de la religion revelada en ellos á los hombres: ellos ignoran hasta las pruebas mas obvias , mas sencillas y demostra- tivas de la existencia de Dios. Nada reflexionan subre sus adorables y eternos atributos , nada en- tienden de su poder, de su sabiduría , de su jus- ticia, ni de su santidad ; y si le llaman bueno, es porque quisieran que no hubiera infierno á que destinára ádos viciosos : le llaman bueno porque desean que lo fuera de modo, que no castigára á los malos, y pudieran ellos impunemente entregar= se á los desórdenes : le llaman bueno y no saben lo que se dicen ; pues desean que no fuera justo. Unos hombres, que ignoran á Dios , que ignoran su religion contenida en los santos libros, que ig- noran la santidad suma y sabiduría infinita de Jesu-Christo, y que ignoran la historia de la Iglesia, su perpetuidad, su infalibilidad y su uni- dad, ¿qué serán estos hombres en el tribunal de la verdad , de la razon y de la fé? Qui estis vos, quí tentatis Dominum? ¿Quién , pues, sois vo= sotros , que tan temeraria y sacrilegamente ten- tais al Señor vuestro Dios ? Escucha , pueblo nés cio de incredulos , os diré con Jeremías (1); tie- nes ojos y no ves las grandes maravillas: de la (1) ¿Audi popule stulte , qui non. habes cor; quí habentes oculos non videtis, et aures , et non auditis, Jerem. cap. 5. y, 21, Tomo L Qqg

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