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Contra las causas de la incredulidad. 285 nas recompensas. Si de esta manera Os por- tais, tendreis el consuelo de ver siempre en vuestra familia la santa Religion de vuestros padres , y se invocará el nombre del verdadero Dios en vuestros mas remotos descendientes. Creedme , hijos mios, esta es la ciencia: de la salud : esta es la felicidad de la criatura racio- nal sobre la tierra , y esta la que la conduce á sus eternos destinos. Imprimid, gran Dios, es2 tas verdades en nuestra alma, y dadme vuestro auxilio para que yo persuada eficazmente el asun- to que acabo de proponer. Hacedlo asi por los méritos de vuestra purisima Madre Maria San- tísima3 con cuyo amparó doy principio. PRIMERA. La ignorancia de los incrédulos. Si tendemos la vista del “entendimiento por todos. los siglos que nos han precedido , “y por el mismo tiempo en que vivimos , hallatemos tristemente demostrada aquella grande verdad que pronunció San Isidoro de Sevilla ¿ quándo dixo : la ignorancia es. madre de los errores: la ignorancia «sostiene y alimenta los vicios y los desordenes. Veía aquel sapientísimo Prelado las épocas mas memorables de la: historia de la' Lg Iglesia , y las veía mas 6 menos britlantes y Ó mas ó menos Cubiertas de heregías y relaxacio- nes , en proporción que la ignorancia ó la sabidu- ría prevalecian en log sacerdotes y los legos, ERES. - A e E tia Mi. ira IS an t
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