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De la inmortalidad del alma. 255 en la unioh' con su cuerpo; le vieserr, conocie sen , amasen y gozasen eternamente despues de la separacion desu cuerpo', repugna á la justie cia y santidad de' Dios, que destruya y aniquile la mayor'obra de sus manos antes de llegar al fin para que la crió. ¿Qué cosa mas inutil, mas fal- sa, ni mas absurda que la venida de Dios al mundo para salvar las almas de los hombres, si estas perecen con su cuerpo? La vida de Jesu= Christo, su pasion , su muerte y resurreccion, todo es una fábula, si nuestras almas no son in- mortales. Sus milagros son fingidos , sus Após- toles unos impostores como él , y su religion es un fantasma : los mártires son unos frenéticos, los Sacramentos de la Iglesia un embuste; y en suma , si mi alma perece para siempre en la muer- te de mi cuerpo , toda verdadera religion: se des- truye, y hasta el mismo Dios no existe. Sí, chris- tianos mios muy amados , hasta este delirio frenético es forzoso llegar con el pensamiento, si se destruye la inmortalidad de nuestra alma, Dios: no: sería Dios , si Dios no fuese jústo. El entendimiento mas estúpido no puede concebir á Dios- sino coma un sér en todo perfecto. ¿Pués dónde está este Dios justo , que lHená: de amar: guras , de pobreza y trabajos á los. vittuosos en esta vida y si no: hay otra despues:en quese re- compensen las buenas obras? La maldad triun- fa, el vicioso. nada en la opulencia y las! deli¿ cias. ¿ Dónde está la justicia y santidad de Dios, si no hay otra vida en que aplicarle:el mereci: do castigo ? ¡ Dios sin providencia !¡Dios'sín jus-
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