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De la inmortalidad del alma. 243 reirnos de los despropósitos, extravagancias y absurdos en que necesariamente caen los que di- cen que es material el alma del hombre ? ¿Quién jamás comprendió :el pensamiento como plano, quadrado, ó triangular ? ¿El pensamiento no ex- cluye esencialmente todas estas configuraciones? No queda ya otro arbitrio que apelar al movi- miento. ¿Pero éste podrá dár pensamientos á la materia movible? Exáminemoslo. / El movimiento de la materia no es otra Cosa que el trasporte de un cuerpo de un lugar á otro, con mayor ó menor velocidad , con ésta ó aque= lla direccion, con aquellas ó las otras combina= ciones. Es evidente que nada de esto puede dar pensamientos á la materia. ¿Piensan los ladrillos, las tejas , Ó las frutas porque las lleven de un lu= gar á otro? ¿Piensa una bala de fusil, porque se dispara de un cañon con tanto ímpetu, Ó pien- sa un monton de paja conducido tan lentamente por un carro de bueyes? Aquí hay diferentes movimientos mas ó ménos veloces; mas ó mé- nos lentos, pesados Ó perezosos. ¿Con quál de ellos se piensa? ¿Será la causa del pensar que el uno toma su direccion al Norte, y el otro al Mediodia? ¿Éste al Oriente y aquel al Ocaso? ¿Ó será por las combinaciones del movimiento? Pero esto no quiere decir otra cosa , sino que los movimientos Unas veces son opuestos, y otras uni- formes y conspirantes á un mismo término : unas veces son iguales , y otras desiguales. Si son opuestos , chocan los unos contrá los otros , y retardan, disminuyen ó destruyen su movimien- | Ah 2

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