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De la inmortalidad del alma. aqu Yo' pienso. Todos los hombres racionales piensan. Esta es una verdad evidentísima : una verdad que confesamos «nosotros , que confiesan los incredulos , y confiesan todas las naciones del universo. Si mi alma es materia, esta materia pre- cisamente ha de pensar, Ó por su misma natura- leza , Ó por sus configuraciones , Ó por sus movi- mientos. No hay efugio. Fórmese la idea recta de la materia , cotéjese Ó compárese con la ex- periencia , y se verá que ella es una substancia estendida, Ó quantitativa , susceptible de muchas configuraciones ó modificaciones , y capáz de di= ferentes y varios movimientos. Resulta pues con evidencia , que si ella piensa , ha de ser precisa- mente, Ó en virtud de su misma naturaleza, ó por sus configuraciones , Ó por su movimiento, Nada de esto sucede, ni puede suceder; luego debemos resolver que nuestra alma es inmaterial. Que la materia no piense en virtud de su na- turaleza , Ó precisamente como materia, es tan claro , que yo les presento por jueces á los mis= mos incredulos , aunque busquen por adjuntos to- dos los hijos de Adán. Diganme ellos , ó alguno de ellos , ¿si piensan los mármoles , los bronces, los jaspes , las piedras preciosas, el barro, la madera? ¿ Habrá algun racional que asegure que estas materias piensan, han pensado , ó pueden pensar , precisamente en virtud de su naturaleza, ó en quanto son materia? ¿Un absurdo tan contras rio 4 la razon y á la experiencia se ha creido jamás, 6. ha sido pensado por algun hombre sensato? ¿Hay algun autor que haya escrito de los pensa- Tomo L Hh
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