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De la inmortalidad del alma. : 239 mismos quando obramos el bien, no existe : si la desaprobacion que pronunciamos contra nosotros «quando hacemos el mal, es una ilusion, Dios nos engaña , y engaña torpemente á todo el género humano , y esto seria un error pejor priore. Por- que, ¿qué cosa mas indigna de la santidad de Dios, de la justicia de Dios, de la magestad y bondad de Dios , que burlarse y engañar á los hombres , por quienes se hace hombre, vive, pa- dece , mueré y resucita ? Si el hombre no es due- fio de sus acciones, ¿para qué Dios le ha dado la ley natural? ¿Para qué aquella luz de la ra- zzon , aquel gritode la conciencia , que nos mues- tran invenciblemente loque es conforme al órden, y lo que no lo es? ¿Esta ley no es tan antigua como el mundo ? ¿No está gravada con caracté- res indelebles eh nuestras almas? ¿Han consegui- do jamáslos hombres que nos precedieron, ó po- dremos conseguir nosotros borrar de nuestro co- razon todos sus preceptos? Si las ideas del vi- cio y la virtud son fantásticas , porque el hom- bre no es dueño de practicar lo uno, ni huir lo otro , ¿cómo el Omnipotente le impone leyes po- sitivas , leyes divinas , mandandole practicar la virtud , y ofreciendole por ello premios eternos? ¿Cómo es tan injusto que amenaza con castigos al vicioso, y se los aplica efectivamente en pena de su pecado? Pienso que no hay necesidad de de- tenernos mas en demostrar una verdad confesada por todo el género humano , sabida en todos los siglos, y probada hasta la misma evidencia por los mismos que por capricho la impugnan.
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