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Verdad de la3 profecias y milagros. 291 vemos que su piedad poco ilustrada y mal en- tendida , los ha conducido á excesos de credu- lidad. Yo soy «el ¡menor y el:mas débil de los ministros de Jesu-Christo, y podría presentarles á. los incrédulos tantas demostraciones de esta verdad ,:que-acaso ellos con toda la fuerza que suponen en. su «espíritu no se hubieran atrevido á chocar con Pueblos enteros para sacarlos de unas ilusiones ¿que contaban en su apoyo siglos de prescripcion , como yo lo he practicado mas de dos veces. Quedemos pues conformes en des- preciar los errores , los falsos milagros, y en una palabra, toda mentira ¿ pero quedemos tam= bien en «ser: discípulos de la verdad, y en pres- tarla toda la veneracion que se merece tan her- mosísima virtud. Y si yo se la mostrare en los milagros ¿la creerán? ¿$i veritatem dico vcbis, quare non creditis mibi? Si yo les mostrare que Dios para manifestar sus pensamientos y enseñar su voluntad santa y adorable á los hombres , no necesita como ellos de palabras articuladas, sino que'con un:idiomá divino, propio de Dios y úni- -¿amiente de Dios ,:se explica: como omnipotente, trastornando- las leyes que::él mismo :puso á la naturaleza, abriendo las prisiones eternas de la muerte , desenvolviendo los misterios ocultos en los impenetrables abismos de lo:por venir, ha- giendo ie huyendo delante de sí las enfermeda- des Jos elementos , y los demonios ; ¿me crees rán? Si»yo les dixese, que por milagro entien= do.una interrupción de las leyes de la natura- leza hecha para atestiguar Ó manifestar la virtud: