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Ye LA am Sa Ñ ñ ' | ' | | ¡ i 1 Ñ 206. , Sermon VIII, humano. En este sentido lo comprendieron nues- tros primeros padres, y en esta fé y Esperanza criaron sus hijos. En efecto: los hombres virtuosos de la ley natural todos vivieron con la fé de la venida de un Redentor , todos vivieron con la esperanza del Mesías , y con esta fé y esperanza obraban por la caridad, agradando á Dios, y siendo bené- ficos con sus próximos. Los hijos: de los hombres olvidando estas divinas lecciones que por la tra- dicion de sus padres y los exemplos de los hijos de Dios habian recibido, se entregaron ciega- mente á los desórdenes mas groseros : corrompió toda carne su camino, las tinieblas de la ido- latria cubrieron toda la tierra , los hombres se entregaron al politeismo mas estúpido , y las su- persticiones ocuparon el lugar de la religion pura, sencilla y santa que les habian inspirado Adan, fibel, Seth, Henoch, Noé y algunos otros. Obs- curecida la razon por la corrupcion de las cos- tumbres , bien presto habrian llegado á borrar- se enteramente de la memoria de los hombres las ideas de la divinidad , si por un efecto de su grande misericordia no hubiera hecho el Señor alianza con Abraham de que sería su Dios, y él y su familia su Pueblo, y que de ella en la serie de-los tiempos nacería el Mesías prometido, Ya tenemos-aquí la segunda profecía de la venida del Redentor, ménos obscura que' la primera, En aquella solo se anunciaba que vendría ; en ésia ya se dice de qué familia ha de venir, En los hijos del grande. Abraham, se repite
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