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. Autenticidad y divinidad del Evangelio. 163 su mansedumbre inalterable, de su caridad sin límites, y de su santidad sin semejante ? ¿La es eribiriais sin mostrar en los rasgos de vuestrá pluma la indignacion de que estaba lleno vues- tro eorazon contra los que maltrataban al hom= bre mas bueno, mas cabal, mas justo que vieron jamás los siglos? Aparezcan aquí todos los in erédulos instruidos , y dígannos si quieren has blar de buena fé, si esto es posible al cora= zon humano sin direccion inmediata del poder divino. Los siglos jamás lo vieron: los tiempos no lo encuentran, ni esperan yerlo las genera= ciones venideras. Ved ahí lo mas extraordinario que encuentro en el Evangelio : ni los milagros me asombran tanto como aquel ayre de indiferencia é impar= cialidad con que los Evangelistas, hombres los mas apasionados y amantes de Jesu-Christo, ha= blan de él, desus enemigos, de sus Jueces, de sus discípulos, de sus amigos, y de ellos mismos, Los Evangelistas hablan de Judas, hablan de los Príncipes: de los Sacerdotes , de Herodes, Cayfás , Anás:, y Pilatos con aquella misma sen= eilléz y serenidad can que hab!an de Jesu-Christo: bablan de'sos milagros como de su sufrimien- to; de su gloria como de sus humillaciones; de su resurreceion como de su muerte: lo dicen todo , y nada hacen notar: ni hacen reflexiones; mi aún las insimúan sobre unos hechos tan raros, peregrinos , y estupendos que las hacen inevitables obrando: naruralmente. Yo leo el Evangelio; y no las encuentro'sobre la profundidad. dela doctrina Xa Ñ pa ha A pe A Le

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