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E SES o e dde elaóó. 1 160 Sermon VL Ellos, y yo, y todos los mortales , escribimos como hombres que ocultamos quanto podemos nuestros defectos , y hacemos valer qualquiera ventaja que haya en nosotros, aunque sea hur= tando la gloria al Dios de las misericordias de quien la recibimos : en los Evangelistas vemos todo lo contrario. Parece que ignoraban que ha= blaban de sí mismos , y de unos discípulos esco= gidos y llamados por el mismo Dios humanado, cuya eleccion tan desproporcionada para sus grans des designios, degradaban hasta lo sumo con la publicacion de sus desórdenes. ¿Se yió jamas en el mundo cosa semejante ? ¿No es del todo con- forme á: los sentimientos del corazon humano; que quando algun poderoso elige algun sugeto para vn grande empleo procure el electo elo» giar diestramente al elector para que todo el mundo conozca el acierto de la eleccion, Ó mos- trar en comun una insuficiencia que con mas ar- tificio descubra su propio mérito? ¿No es este, ré- pito , el comun uso de los mortales? ¿No es esta la conducta universal del corazon humano en se- mejantes circunstancias? ¿Pues cómo la de los Evangelistas es tan diferente!y tan contraria? ¿Cómo podremos explicar este misterio? Dicien= do y confesando de buena fe, que ellos escri- bieron el Evangelio por el movimiento y direc= cion de aquel divino espíritu. que ahoga “todo amor propio en el corazon de aquellos, cuyas plumas emplea en publicar sus maravillas. Demos por último , amados christianos., el golpe. mas fuerte á los incrédulos , y el mas irre»

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