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28 zos ¡para,ahuyentar y arrancar de entre las ovejas de Gristo á los lobos carniceros que se han metido en- tre ellas, vestidos con piel de oveja, para devorarlas más fácilmente y destruir lu Esposa del Cordero Inmaculado. No hay más que dos caminos; quiera que no el hombre tiene forzosamente que escoger el uno óÓ el otro. Sin la cruz no hay salvación; y el camino de la cruz es tan recto y justo que no admite ni excusale ni componendas contrarias al Evangelio y á la ley di- vina. Jesús es la luz del mundo; fuera de la luz no se halla más que tinieblas; y envuelto en tinieblais se hallará siempre el hombre que no crea en Jesús ni acuda á El. ¿Quién le ha dicho al hombre que es - bre su naturaleza? Está sujeta á Tas órdenes divinas como todos los demás seres criados; lo que el hombre tiene libre es solamente la voluntad para elegir en- tre el bien y el mal. Colocado por gracia en el paraí- so terrenal, allí mismo estuvo sujeto al mandato de Dios; desterrado del paraíso por su rebeldía, le puso el Señor la obligación de guardar los divinos manda- mientos que lleva el hombre impresos en su corazón, y que el mismo Dios escribió más tardo en las tablas de la ley que entregó á Moisés. A fin de enseñar á los hombres con su palabra y con sus ejemplos cómo habían de guardar estos mandamientos y darles me- dios abundantes para poder cumplirlos fácilmente, descendió del cielo el Hijo de Dios haciéndose hom- bre como nosotros; pero el hombre ingrato y rebelde cerró sus ojos á la luz del cielo, desechó á Cristo y no pudiendo soportar su doctrina pura y santa que le humillaba y confundía y repugnaba, porque le obli- gaba á renunciarse á sí mismo y domar tsus desen- frenados apetitos, le persiguió de muerte, y no paró en su brutal saña hasta que lé clavó en'un infame madero en medio de dos malhechores.: ¿Qué haces, hombre ciego y desenfrenado? ¿Crees que tú eres dueño de tu persona, porque la. Divina Providencia tolere que así abuses de su bondad? ¡Ah! con esto resalta y brilla por encima de todo la bondad y mi-