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25 de la doctrina de Cristo, clara y sencillamente predi- cada, los derretirá; márchate de aquí y no pierdas más tiempo”. Tomó entonces el libro y pudo leer algo en él, y se enfervorizó mucho su alma con esta lectura. Cuando más fervorosa y entusiasmada iba en su lec- tura y oración, sonó otro palmotazo más estrepiloso que el primero- ¿Pero todavía estás ahí?, dijo ella entonces con mucho desprecio; ¿todavía no te has ido, maldito? ¿á qué esperas? ¿no te he dicho que ja- más sacarás partido alguno de mi? ¿por qué eres tan terco y molesto? Márchate al instante de aquí, dragón, te lo mando en nombre de la Virgen Inmacu- lada que te quebrantó la cabeza y te liene preso y maniatado; déjame en paz y vete al infierno, que es inútil todo cuanto hagas. No volvió ú sentir más rui- dos ni se vió molestada de los espíritus inmundos por algunos días. Continuando después ella en su lectura y OPa- ción, vió como si ante ella abrieran Un foco de luz brillantísimo que la iluminó y consoló en gran ma- nera. En aquella luz y especialmente en la comunión del día siguiente entendió muy claramente que el Sa- grado Corazón de Jesús va á derramar sobre España muchísimas gracias y favores Muy especiales; quo destina á España para cosas muy grandes y glorio- sas; pero antes es nel esario que los grandes, los no- bles y los "personajes influyentes y directores de la Nación presten su consentimiento, ádhiriéndose de corazón, de palabra y de obra á la doctrina calólica» Así como para hacer á la Virgen Madre de Dios y concederle la plenitud de las gracias divinas, exigió el Señor su consentimiento; de la misma manera pa- ra derramar copiosamente sus gracias y bendiciones sobre España, exige primero que las clases influ- yentes y directoras de nuestra patria preslen su con- sentimiento, aceptando cordialmente el catolicismo y el santo Evangelio. El Señor destina á España pa- ra que sea la piedra fundamental de la predicación evangélica, que es la que ha de levantar á la bumani-