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VIAJE Y MISION dinariamente: Dios sea bendito por to- do. Los tumultos y aplausos han sido grandes, pero juiciosos; y el Señor tal vez por sus oraciones de V. me ha conservado en tal disposicion que pa- recía ser esto con otro y que yo ni aun noticia tenía de ello. Sigo en dar á mi corazon el lugar que se merece, que es á los pies de todos. — Despues me hace Dios conocer no tengo en estas mutaciones, reformas de costum- bres etc. que se ven en las Misiones, otra cosa que los muchos defectos con que impido su mayor fruto, — y apé- nas puedo apartar de mí aquello de alii laboraverunt et vos in labores eo- rum introtístis. V. me lo dice y yo lo tengo por innegable, siguiéndose á este beneficio el de no caerde ánimo para seguir mi tarea. Concluyose esta el dia 12: hoy predico la funcion de esta mi comunidad en la Octava de la Santísima Concepcion que se hace en los RR. PP, Observantes, y hoy mismo (14 Di ciembre 1779) paso á la Cartuja para de allí pasar á Cádiz, y luego á esa (á Sevilla), donde pensamos llegar para Pascua, y pasada esta bajar al Puerto, á dar Mision, porque ha escrito el Señor O'Reilli pidiéndola. Deseo dar á V. un abrazo y besarle la mano, para decirle lo que obra en este Misionero de pa- pelon la mision del que es P. y aliento de su alma. Pida V. á Dios por ella, que es suma su infelicidad, y mánde- me V. lo que guste. » 229. Concluirémos el presente ca- pítulo con la narración de un mara- villoso suceso con que el Señor quiso confortar el corazon de nuestro Beato durante esta Mision de Jerez 6 en otra época no lejana. Encontrándose el B. Diego orando una noche en el coro bajo del Convento de Padres Ca- puchinos de la Ciudad de Jerez, ha- ciendo ver al Señor su flaqueza, su debilidad cor, oral y su incapacidad para proseguir en el ministerio con fruto conveniente y con el agrado de su Majestad, y como excusándose le rogaba le relevase de aquel ministerio para servirle en cualquiera otro que no fuese de tanto peso y responsabi- lidad, repentinamente se le presentó visiblemente el mismo Jesucristo con la cruz á cuestas y con el mismo do- loroso ademán y figura en que pasó del Pretorio al Calvario; y cuando pasaba Í JEREZ. 79 delante del presbiterio hizo el Señor como que se caía bajo el peso hasta dar con su santísima boca en tierra; Al ver esto el siervo de Dios, con la velocidad de la saeta 6 del relámpago corrió espantado, se hechó delante para sostener á su Majestad al cual enternecido fuera de sí le dijo: ¿ Qué cosa es esta, Señor ? ¿Por qué vais á caer? — ¡ No he de caer, respondió Jesucristo, cuando tn que me sostentas pensas ya dejar, e con daño de máis PO dimidos y de las ovejas extraviadas! Al momento desapareció el Señor, dejando confuso al Beato y avergonzado de su cobardía, y animado para proseguir desde entónces procurando el bien de las almas; y han manifestado todos sus Directores, despues de esta mara- villosa vision en la cual estan de a- cuerdo todas las memorias manuscritas y estampadas del Beato, que este rogaba al Señor eficazmente le alargase la vida hasta el dia del Juicio final y que hasta al infierno le permitiese entrar á dar misiones y traer almas al redil de Jesucristo, sin dar tregua al tra- bajo, ni fatiga, ni enfermedad, ni aun á la misma muerte, como lo hizo ver hasta el fin de su vida. Así consta e. 123. (1) del proceso, pá 1) El mismo llegó ya á reconocerse alguna vez sin fuerzas, sin ali nto y sin espiritu para prose- guir trabajando con tanto exceso, Viéndose asi, se entró en el Coro bajo de nuestro Convento de odilló delante del Se- ñor y exclamó diciendo con grande humildad de Jerez de la Frontera, se corazon: Señor, ya no F edo más: 4 qué que- reís de mé? Cuando al decir esto ve que por la puerta contraria al lado en que estaba orando, entra Jesucristo nuestro Señor con la santísima Cruz sobre sus hombros, que dirige sus divinos pasos cómo para pasar al otro lado, y que al lle- gar al medio del Coro cae en el suelo debajo de la santa Cruz. Absorto y como fuera de sí mismo zon lo que estaba viendo, se levanta, va corrien- ' ayudar á Jevantar del suelo á su dulcisimo Señor : pero al acercarse y querer llegar á ha- puedes ya más Ob! dijo su Majestad : No, no, que tú no ¡Oh! ¡Enseñanza de los Cielos! ¡Cuánto confundes á los sabios y pruden- tes del mundo! Pero enseñanza muy parecida á la que el mismo Jesucristo dió otro día al Prin cipe de los Apóstoles Sin Pedro, Cedió este 4 las instancias de los fieles que le rogaron mucho procurase conservar su vida preciosisima huyen- do de la persecucion de Neron; pero al salir de Roma se encontró con nuestro Señor Jesucris- to. y despues de adorarlo le dijo: Señor ¡ dónde ! A a
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