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as OREA o 6 posicion , ¿Quereís ver el Fruto de esta Mision? Pues inferidlo de esto, que qui- 2as no lo ereecrets : desde las doce de la noche O esta nora se han eometido en Múlaga DIN Y dos JT wl pecados mor- tale y, Y entre ellos tres Ó euatro defor- mes, que por Ni PR andalizaros no los dino. — Hsta xXpresión conocí entón COS, Y he visto despues ha sido extra ordinaria la fuerza que tu toda clas , de gente, Al concluir la plática exclamé á Dios con el Exurge, Domi ne. el judica cansam tltuam, y que yo levantaba mis manos, Jara que. si 2 castigarnos lo hiciess eLo. Vol que vime al pueblo con el ardor de es píritu, y con grito terrible les dije: % vosotros id y umplete mensuram pa trum vestrorum, para que venga el castigo ete. Tomé el lienzo de la Di vina Pastora y con aceleracion bas tante me bajé del púlpito, 174. « Este serio conjunto de ex presiones y acciones movió tanto, que toda, toda la Ciudad se puso en movi miento. En las comunidades no sólo de religiosas sí tambien de religiosos, fué mucho lo que en aquella noche se hi zo de oraciones y ejercicios para apla car á Dios: los seglares lloraron con fusos, unos se fueron al Calvario, otros á sus casas, todos asustados ete. Se hicieron innumerables promesas, ro gativas, confesiones generales, que aun siguen, y seguiran porque no se puede dar abasto á tantos. 175, — « El dia siguiente Lúnes, dia de Penitencia, fué como un Juéves san to, las iglesias llenas de gente, cerra das las tiendas y oficios, especialmente por la tarde: formose la procesion que tardó en salir cerca de hora y media, por la multitud del concurso de sólo hombres. Llegamos á la Pla- Z4, sitio destinado para la plática, donde esperaba todo Málaga, no ca biendo auñ en ella tanto concurso. Su- bí á los balcones; y estando predican- do sucedió venir con su coche y dos soldados batidores con espada en ma no, como es uso, el Señor General, (que segun su vida Y modo de pensar, es tenido por hereje, aunque se ignors la Religion que sigue, porque es ex- tranjero) (1). Alborotose todo el concur (1) De este suceso dice el P. Luis A, de Se- villa lo siguiente: « El gentío formaba una barrera CAPÍTULO XVI. $0, que se cree pasaría de veinte mil al. mas, se principiaron a amotinar por- que ya en otra tarde había atravesa- ao con violencia por medio del con- curso, del que resultaron algunas des gracias), y estuvo muy inmediato á un levantamiento en que hubieran suce- dido mil desgracias, porque estaba nen alguna tropa sobre las armas; yo me sobresalté infinito, mas «el Se- nor me dio esfuerzo para poder con tener al pueblo, que a mis voces se contuvo y lo dejaron pusar Iranca- mente. Lo grave de este suceso no insu 1bié ] che ni podía jar el larg spacio e la calle, ni tomar vuelta por su estrechez : los bat res cor s caballos spadas forzaban las gentes con la inmediacion 1lle e llaman de Granada, pudo el coc entrar hasta el 1 ta de la cel que est 5 5 e, 1 ju n ella estaba se 1 ' s n A. y gunos soldados los de « 211 1 ! ' para hacer ' 1s0. El y E lel pu rd- Ñ e la violencia que se intentaba lemonio les recuerda y aviva las especies nada favorab'es que tenian anuncian d termentacioón cunde en términos, que toda per reflexiva ve va como destrozados, coche, bati jefe, al irresistible desacato de más de ocho á diez mil hombres que ocupaban el terreno Advierte el peligro el Padre Cádiz, y con una voz la más desconsolada y sostenida, gritó de esta suer- te: «Hijos, hijos, abrid calle, dejad pasar al ] representa entre nosotros á nuestro Sóo- « berano, y Dios nos manda respetarlo en los « que lo representan. (Y Qué i dió el S á estas voces sobre la voluntad y pasiones aquel ya entumecido y agitado mar de gentes de tan varias especies, sólo el que se la dió la conoce, y los lectores podran inferirlo de sus efectos, La voz y expresiones del predi- cador atrajeron de pronto las miradas y atencio- nes de todos, y de tal modo se estrecharon ó com- primieron, que por toda la longitud de aquel frente se abrió una calle tan capaz. que sin estorbo al- guno pasó el general, que se consintió (como dijo despues) no salir vivo de la plaza. Quiso su Excia hablar á Fr. Di o, quien fué luego á visitarlo: le dió muchas gracias y satisfacciones, le besó la mano con grande devocion, y en la corte inme- diata dijo á los concurrentes á ella: « Señores, ese capuchino es mucha cosa. Málaga le debe vivir « muy reconocida, sus respetos han sostenido mi autoridad. *, Dos eclesiásticos que venían frente del hos- pital de Sto. Tomé oyeron con toda distincion las palabras. Los que saben la distancia que hay de punto á punto resolveran si la expresion « quasi tuba exalta vocem tuam se verificó Ó no en esta tan crítica ocasion,
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