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56 CAPÍTULO XV. a V que voy ] cada dia, y que no dijere, Habli j médic sobre los avn- sé h ta don ' j g este des ' < y n nandan Ñ carne en LÍrozo 1n 101 Í D Sd ( viérnes v vigilia, y asilo sigo, aunque Dios la pas puede su n i onardand esos dias l form del hora d ' ' aber li 14 estan ayuno col ¿ o probación y dictamen Í n Ronda, la la del Venerabl del Prelado que así le ha parecido P, Dies Perez he quedado afecto al conveniente. El interior se halla de ejercicio de las jaculatorias pal 1 10- modo que 1 viene a proposito aque ner a Di ) pre senti mas es como 1 j ko inima mea, Domine. “icut terra das mis cosas, desear y no hace síne aqua tibt. Tal es su dur za, tal prometer y no cumplir: Dios tenga su aridez, tal su esterilidad de frutos misericordia de mí aqui lla grande que tal lo agostado 6 seco de sus dones David pedía. » (1 ¡ Cuánta humildad ! y obras todas. 5 lo las espinas de sus ¡ cuan elocuente on para confundir j pasiones estan frescas y VISOFrosas. la presunción y s0bé rbia que nos ciega Pr n que ' cark ad O amor «a los O y no nos deja ver nuestros defectos, estos constant entimientos del Bea to que nos lo presentan como ciego que no vé los tesoros que en su alma deposita el Altísimo! La humildad y la Oracion preparaban al Beato nue vos triunfos en sus tareas apostólicas CAPITULO XV. Mision de Ecija. (1778) 154. — La ilustre ciudad de Ecija deseaba con ardor que el Beato Diego predicase una Mision en ella y la pi dió con muchas instancias. Accedió el Prelado mandando al santo Misionero se fuese á dicha ciudad. Los senti mientos del siervo de Dios y su estado físico y tribulaciones interiores en esta ocasion se deducen de la carta que es eribió á su Director desde Málaga (2), diciéndole: « Para esta Mision de Ecija, no puedo, P, mio, decir á V. fácilmente cuánto es el desengaño, desaliento y e umiento de animo con que me hallo Puede que sea de alguna falta de fuer zas que en mí reconozco, tal vez origi- nada del trabajillo de esta Novena, que ha. sido alguno : mas me persuado será motivado más bien de mi amor propio y falta de fe para el fruto deseado, que miro dificultoso en los ánimos de aque llas gentes, muy enconados en sus dis cordias, El Señor haga lo que más le agrade, que yo haré lo que V. me (1) Carta de Málaga, 22 Set. (2) Carta de Málaga, 6 Oct, 1 prójimos 1 deja de conmover toda el alma cuando ocurre alguna Cosa, aunque sólo sea en el pensamiento; movumentos, sin mucha, deje más lugar que á los intensos y vivos mas se queda en que su fuerza que es deseos de carecer de la vista de Dios hasta el dia del juicio, dar la vida 6 puerta al Infierno, para convirtiesen, y ninguno entrase más en aquellas penas. Pero, Servir de que ellos se oh P. de mi alma ¡qué mal se compa decen estos afectos con mis Obras, y con el abandono de mi propio adelanta miento! ¡ Qué distante me veo de Dios! ¡qué léjos de agradarle ! ¡qué remoto del camino de la perfeccion ! ¡ qué lle no de miserias ! ¡que desnudo de cuan to debo tener, segun lo que V. me enseña y manda! Confieso á V., ama dísimo P. de mi corazon, que temo epa V, el est lo de mi interior, por que juzgo me arrojaría de sí Yi O cerraría la puerta aun á la esperanza de merecer su celestial doctrina. ¡Ah! este sería el último y mayor de mis males: por amor de Dios, no se can se V. ni se desconsuele de ver mi desapr wechamiento y atraso. Crea V., deseo eficazmente obedecerle en to lo, pues en sólo ello fundo la seguridad de mis aciertos v de mi bien todo, » 155, — Ll: Ieija donde las gentes le recibieron como enviado de Dios. Dió principio á la Mision el 1 de Noviembre y ya desde liego le consoló el señor econ gó el varon apostólico á esperanzas ciertas del copioso fruto que en ella iba á hacer y así se lo comunicaba en una carta á su Dire- ctor (1): « Ya parece se va conociendo (1) Carta di Ecija, 14 Noy, 1778,

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