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$u Sobrino mul ch Sin ri tación 4 1 1 Ñ ' pa ' veía 1 Á ' P. Cá diz i be is manos, diciend Manos que han de consagrar á otras digna m de q o las bese y qué O ne el qu 114 de orden: 0 tros ste es en el dia el Himño Señor dh Joan Acietio de Vera v Dele gado Canónigo y Dignidad de Arcediano de sevilla y Coadministrador de este Ar Zobispado por el Cardenal de Borbon irzobispo de Toledo, consagrado Ar ZOb1 po de La dices in partibus en Madrid el dia (?) de Octubre de 1801. 101 « Lo Medina celi, que con tanta caridad obs ¡ula ron, alojaron y siguieron al P. Cádiz licación dando ejemplo a es Duques de en la pre te Sevillano pueblo, volvieron á la sra cia del Rey y de su suegro el LKxmo. señor Ma "que de Malpica, pue pura recibirlos en Bilbao, su residen “1a, 11 ZO tantas prevenciones y gastos como mismo Monarca Cárlos HI á visitarlo desde Sevilla, y alcanza '0n $1 fuera el honoríficos destinos y enlaces para sus mjos, como el Padre se lo pro metió en nombre de Dios 102, — « D. Manuel del Saz Pbro hermano del P, Eusebio de Sevilla y Ad del Hospital del Cardenal, que con tanto amor hospedó y sirvió en su hospit 1 al P, Fr, Diego, no per mitió el Señor que sus ministrado: émulos, que eran muchos y poderosos, lo despoja- sen de*dicha Administracion, dejándol ) sin honor y sin renta, y desampa á cinco sobrinas doncellas que pen dían de su subsistencia, de las que dos entraron Religiosas en S. Leandro, una y Otra en las Capuchinas, y las tres se mantienen despues de la muerte del tio viviendo juntas con las suficien tes asistencias para vivir con honesti- dad, por solicitudes y oraciones del P. Cádiz listo podemos decie por hora para testimonio de otros muchos que tueron Pemnunera los del Se IO0P por las oraciones del P. Cádiz y la piedad con que lo oían y hor 103. «tn la Iglesia ( salvador dió ejercicios y predicó al clero secular y regular de Sevilla por ocho dias á los que asistía el Señor Arzobispo y el Obispo auxiliar con tanta moción, dulzura y eficacia en sus palabras que muchos de los Sres. Eclesi- CAP. XL — GRAVE ENFERMEDAD. SEVILLA. ásticos y Regulares asistian y oían hin- cados de rodillas, po que juzgaban que Fr. Diego sino el mismo Así lo expresó, el P, Maestro Fr. Sebastian ' jubilado y Regente de estudios de su Colegio de S., Buena- viéndolo el P. Maestro Miras, de S. Agustin, hincado de rodillas V como or su boca enajenado de los sentidos 6- >. Cádiz, le dijo: « Arzad, ¿qué , yendo/af haces ? » «5 Qué quieres que haga ll s1 veo que el que nos predica es Jesu cristo, ny puedo estar con otro modo mas reverente para olrio que perma necer de rodillas »; y así lo ejecutaba sempre que podía en todos los ser- mones que le oía, procurando no faltar á ninguno de tantos como despues predicó en varios tiempos en Sevilla 104 - « Predicó en esta Cuáresma el sermon de Juicio en la Catedral, que cía un verdadero juicio por el ge- neral concurso de todas clases que se juntó ; SUS voces parecian truenos que hacían estremecer las insensibles eo lumnas del templo el pavimento pa recía que faltaba á los oyentes y que el techo se les venía encima: tal era la conmoción del auditorio y el espí- rtu con que hablaba el P. Cádiz. No habían odo los presentes razones más fuertes ni concluyentes: á unos les pa- recía que oían al Apóstol S. Pablo, á OLros que al Profeta Iclias, Un caba; llero Ingles que pór gusto y su co mercio había viajado tierras y Cortes, visitado y tratado á los hombres más sobresalientes que había en ellas, entre ellos fueron Rousseau, Voltaire y Oros semejantes sectarios, dejándose imbuir en sus erradas y perniciosas ciencias y escritos, y teniendo noticia que en las Andalucias había un orador famo- S1SIMoO, le entró el deseo de ormrlo y tra- tarlo al modo de S Agustin ántes de su conversion. Llegó á Sevilla. y sa biendo que predicaba en la Catedral, acude á ella, y viendo tan grande con- curso que le impedía acercarse por owlo á su satisfaccion, acudió al Coro á suplicar al Presidente lo ponga en sitio 1 Preside: lo hizo con ducir por medio de la crujida hasta la capilla mayor donde le oyó á su conveniente. satisfaccion, quedando tan convencido de sus doctrinas como admirado de sus accidentes, y hace juicio que es

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