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MISION DE SEVILL 89. — « Principió la Mision la tarde del mártes de la primera semana de Ma yo en el templo y sagrario de la Sta. Iglesia Catedral con la circunstancia de que no precedi "sen como era regular convocatorias públicas, ni procesion, sino que se había de presentar en el púlpito Fr. Diego y dias predicando luego que los Señores seguir por diez Canónigos acabasen Completas ; hízose así porque así quiso el Señor que lo dispusiesen para que más visiblemen te resaltase su gloria y se diese á co nocer admirable en su Ministro. Nin guno en esta populosa Ciudad conocía al Misionero Capuchino: nían de él alguna noticia vaga: “no precedían á la Mision que comenzaba algunos te otras famosas que le hubiese acredi tado : la presente era como en la Ciudad misma. YY. — «¿Pero fué acaso que predicase la fama del Misionero la preparacion de los ánimos y convocatoria del pueblo ? Digo lo que vi, lo que admiré y lo que luego luego me dió cabal idea de la cualidad del justo Ministro que debía animar, ayudar y resolver á combatir contra el espíritu de corrupcion y de error que tanto cunde en nuestro siem pre católico y piísimo Reino, introdu cido por el demonio y ignorada ilustrados los ciesos del siglo Y1. — «Predicó Fr. Diego: la primera fué numeroso el menor que los ámbitos del templo. | ul tarde Concurso, pero á otrle prevenido del juicio que de él habfa formado, y ya por lo que me había formado su Director y dirigido mio el P. Fernández, va por lo que yo había colegido de su trato y conversacion (1 1) El mismo P. Maestro Gonzalez tratando de la primera entrevista que en esta ocas n tuvo su santo discipulo, d « Prevenid 1 P, Fer nández, y estimulado Fr. Diego del viv les. de mocer y tratar confia mmn'g 1 interiores movimientos, luca iS ' vino, visto abra nos retiramos para h sin testigos, Per podr CASO € licar 1] 1 s mios y s Js en esta primera visita? D de ella como si siempre nos hubiérar 3 tral » mi alma se le ofreció toda para into pudiera :onducir á su dilata Por | ví, [ lo que n 1ed pri 2 la mía n el 1 humildad, y de algun defecto le fé viva y confianza en la asistencia del € ¡ería servirse de él en el ministerio apostó! para gloria suya y copiosisimo fruto en los fieles, La EL P. GONZALEZ 35 ya por la consideracion de su edad y poca práctica en su ministerio, espe E lr á un orador celoso, eficaz y nido de buenas especies y sen- ntos de Dios, pero por la gravedad y novedad del trato sobrecojido algo, y lo ménos Mas, ¡qué oí! ' Í ménos desembarazado, á aquella tarde primera. mejor digo ¡ qué vi!; Santo Dios! of. vi y gusté en sus dulces palabras, ad- vertí en la exactísima puntualidad que observaba las reglas expresion y primores en la accion, en el la sagrada oratoria, de la tunísimo de enérgica uso opor las santas Escrituras, en el espíritu con hacía insinuarse en el corazon su verdad, en la eficaz persuasion de máximas del Cris ¡ hasta aun en naturales y tes por sí mismos de rostro, las lIanismo, y los mo VIMientos suvos elocuen cuerpo y manos.... advertí digo, un varon perfec tamente ilustrado sobre naturalmente y preparado del Espíritu santo en ¡ apostólico, todas las gracias congruas brecha y confundir el orgullo y pretendida supe rioridad del siglo ilustrado. En pendio, tal vez para que yo inspirase alientos á el humildemente desconfiado de sí Misionero, quiso el Señor que cono- para batir poderosamente en com ciese desde la primera vez que le of, que en el pulpito era servia y sólo clarin de que se alumbraba el Espíritu Santo para dar cumplimiento á los designios i de su providencia; y este conocimiento ha arreglado desde entónces mi con- ducta en el gobierno de su persona y Ñ Ñ ' ministerio, en los copiosos y utilisi mos frutos que él mismo en todas $us cartas explica y deben los que las le. suya oyéndome se dilató en gran manera como veces me lo tiene isegurado, y cuál sea la poderosa eficacia jue desde entónces se ha servi. lo el Señor por sola su bond vd, y para confusión nia, poner en mis palabras para cuanto le hablé, él misino lo dice en sus cartas y yo lo he experí- mentado con asombro; de modo que me raparo 1euna vez e le mando temiendo tanto de mí y le mi ardiente gen o que debo no rara vez ceonte- 2 esta pri entrevista que sería como j rá y media quedamos de acuerdo que inte- rin hiciese mision en estas cercanías me escriblese suanto dudase que le serviria de P, 5 ernández pues este así se lo había ordenado, y yo lo haría con singular gusto mio, dejando ámbhos 4 Cargo de Dios el acierto, »
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