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EL SOLITARIO que allí fuese,y allí estuviese cuantas veces, y todo el tiempo que necesita se para reparar su salud segun el die- támen de los médicos. Estos despu S de serias reflexiones sobre sus natural casi contínuos achaques, sobre su complexion, y la Sierra de atendido el ciima de Ronda, aquellos aires los más mandaban tareas se lo opinaron serle acomodados tt su salud, y allí le fuese cuando sus permiiesen a repararia O convalecer. 8S?. — En efecto lo hacía, mo vivía alli? Todos los individuos de aquella casa lo deponían contestes: co vivir en mo pudiera el claustro 6 en el yermo. Allí seguía la distribucion de sus oraciones, penitencias y estu- dio, sin variar jamas, ni 6mitir la co- sa más pequeña en todo su plan; allí vivía tan abstraido que sólo á la ho ra de comer, y un breve rato cuando volvía despues de sus oraciones de la capilla de la Paz, hablaba con la fami lia de la casa: su comida, los adornos de su aposento, y cuanto cama, su más usaba era cual si estuviese en el Convento para su alivio de su alojamiento para la calle, si la caridad no le obligaba, O para Jamas pidió cosa alguna Ó comodidad. ni salió isitar enfermos, Ó para confesar Religiosa Ó para predicar, ó irse á tener sus contemplaciones y pláticas con su dul ciísima Madre y Alí, no sólo halló lo que apetecia su corazon, sino tambien la quietud y Ss y i Señora de la Paz siego conveniente y aun preciso para los serios y taban cion, y crédito de á cuantos pueblos grandes encargos que.es á su cuidado. Su fama. reputa santidad entraba. conmovía Nuestros Conventos perdían la quietud, silencio tan propi y soledad que les es ' que se abrían sus puertas, podian com pararse á una lonja, Y aun mucho de a pues de cerradas en la noc! e, tenian que abrirse para sugetos de carácter que elegían a juellas horas para tra tar al Padre; cuánto le desazonaba esta devota imprudenc la de los segla pes, cuanto tacomodaba esta contínua contusion de gentes á nuestras comu mdades, es indecible : y esta fué una de las podé rosas razones. para que dilatase sus estadas en Ronda. All sin duda por disposicion de cielo | ' ; cuando moraba, apénas se sabía en la DI RONDA Ciudad jue el Beato estaba en ella, sólo le buscaba el que precisamente 10 necesitaba pára asuntos serios, y lis irria j il Cali cuando se le o frecía sin ¡ue nadie le acompañase: asi todo el tiempo era suyo, es decir, todo el tiempo lo tenía libre para o rar, estudiar y escribir. liste era uno de los favores de jue el Padre hacía mucha cuenta, cuando hablaba de tan tos cuantos debía á su Madre v Si nom tora de la Paz, pues jamas 1 bró de Otro modo, Y eS una verdad que a la sombra de « 1 nidla A Sabiduría fué donde B. Diego tra ' ' hajó lo más le lo que nos dejó es crito, 83. Por otra parte, una conciencia tan ajustada ú la lev, tan delicada en el exámen de sus proptas Operaciones, tan escrupulosa « era la del B, Diego: MEILZO- MISMA, COMO sabiendo, que se le censuraban sus idas y tadas en Ronda viviría tranquilo y Muy no supjese. aun escándalo ena conciencia, si coa mas certeza, de pue el que de aquí nacía era verda leraménte del que se llama y es en efecto lari- SálCO, que ninguno tiene obligacion de evitar porque no es ho de las aCcclo- nes, simo de la COrazon j lel que las mira, por más que quiera malicia del hacer creer que el celo es quien le mueve á tildarlas? Tal era la que an mn ¿ba A 108 Censores de las de Jesu cristo y sus discípulos, cuando contra ellos decian « no se lavan las manos cuando comen...vy en el sábado eo- ¡en espigas », pero las expresiones del Selor tan injustamente acusado « non est discínulus super mageistrum », consolarían 4 “nue tro B. Diego en las tristezas Ó amarguras en que este a sunto le pondría algunas vece 94, — Ni podían decir su res que en estó nuestro Beato se en- contradicto ganaba á sí mismo, pues le guiaban. Por lo demas ¿ es creible que tantos vtan ob servantes Superiores que velaron en el espacio de l vemte y ocho años todos descuidasen en este punto á su súbdito de quien habían de dar cuenta estre chísima al Supremo Juez? Los insen satos 6 maliciosos que criticaban .al Beato, debían reparar en estas pode- rosas razones para enmudecer, y per- suadirse que las paradas del B. Diego en Ronda tenían por sólidos fundamentos 3
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