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AAA CA NANA ol so 364 CAPÍTULO LXXXVII fuertes en el pecho. No podía ni mo- verme en la cama. 1196. — « Así continué hasta el 3 de Junio en que volví al estado ante- rior y aun la opinion del facultativo, pues tenía ménos resistencia. El 4 por la hoche me preguntó la Superiora ¿ á qué San- to me había encommendado ántes ? le contesté, por señas, que á ninguno, y aunque no quiso nombrarme al Vene- rable me muy especial- mente sin invocar ya ningun otro San- to. Aquella noche no hacía venirme á la imaginacion el Venera- ble; pero. lo desechaba, hasta que el dia siguiente 5, viendo tambien iba perdiendo el oído y molestándome mucho la idea del Venerable, le pedí interiormente, con confianza por su intercesión lo había de conse- gutr, que si era voluntad de viviera para servir á los' pobres, inme- diatamente me encontrase buena, con propósito de publicarlo, si así sucedía, por su beatificación. En el mómento me encontré buena como si nada hu- biera padecido, con disposicion de le- vantarme, como lo verifiqué. Me bebí en seguida un vaso de agua y un bizcocho. Cuando esto sucedió, esto es, cuando hice la peticion, era la una y media, y á las dos ya había *bajado á la pieza de labor sin necesidad de de nadie tante apetito un plato de pescado que yo misma compuse, y pude ponerme hasta 4 Pude ir con la comu- nidad á la oracion, y desde entónces con más gravedad, segun encomendó más que que de que Dios que agarrarme Comí con bas- Coser. pude seguir todos los actos de la mis- ma y dedicarme al servicio de los po- bres. Me ha vuelto el color natural, y parece que no he estado mala segun lo ágil que me encuentro. Esta cura- cion instantánea llenó de admiracion y asombro á las hermanas y demas personas del establecimiento y otras extrañas que esperaban por nmo- mentos que espirase, y lo han atri- buido á un milagro visible, como yo segurísimamente, Y en testi- monio de ser la verdad todo lo ¡ue he dicho, lo firmo en Sevilla á 15 de Diciembre de 1862. — Sor Adelaida Quiroz de Herrera. » 1197. — En las fiestas de beatifi- cacion de su celestial Médico, á las que asistió Sor Adelaida, la feliz Re- L das lo coreo ligiosa estaba colocada bajo del cuadro que representaba su milagrosa curacion. 1198. — El milagro exa- minado tambien y aprobado por la $, Sede para la beatificación del de Dios es aun más éxtraordinario. El cadáver del B.:«Diego fué exhumado por primera vez el dia 21 de Octubre de 1867. Sólo se encontraron los hue- sos, porque las carnes estaban consu midas, excepto la laringe que fué ha. llada íntegra y sin corrupcion. Sin du- da hizo el Señor este prodigio de con- segundo DICrvo servar la laringe del Beato, que es lo que más pronto se corrompe en los cadáveres, para glorificar á su Siervo que tanto había predicado sus grande- zas, y divinas miséricordias, sirvién- dose de aquel organo. Los huesos fueron lavados con agua pura, y ¡ oh prodigio ! de ellos principiaron salir cotas de roja y fluida, continuando la maravillosa emanñacion sangre de sangre aun despues de lavados los lienzos apl- hnesos. Los pañuelos y cados á estos huesos quedaron man- sangre y dos. como reliquias doblemente pre- chados de fueron conserva- ciosas. 1199, — Este milagro se repitió varias veces. hasta en Roma, donde por órden del Padre Santo fueron exa- minados algunos de los peritós romanos, hombres doctísimos, huesos. Los no ménos que los médicos españoles, Ñ tocar tan grandes maravillas. Todas las -ob- jeciones, que habían sido numerosas y gravísimas, cayeron ante la eviden- cia de los hechos. La Causa de Beati- ficacion triunfaba, y el inmortal Pon- tífice Leon XIII pasado algun tiempo publicaba el solemne decreto de apro- bacion de este y del precedente mila» gro, y declaraba que con toda ridad se podía proceder á la cación del Siervo de Dios. 1200. — La Religion Capuchina re- cibió con la alegría+que es de supo- ner tan feliz nueva, y nuestro devoti- simo y dignísimo P. General. anunció el Decreto con la siguiente circular : — « Fr. BERNARDO DE ÁNDERMATT, MINIS- TRO (GENERAL DE TODA LA ÓRDEN DE Frames MENORES CAPUCHINOS DE S. Francisco. A todos los Padres y Her- manos de la misma Orden salud en el Señor. — Merced á la benignísima quedaron asombrados al ver y segu- beatifi-

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