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A nee 3592 CAPÍTULO LXXXV Justo y nadie se conmueve ni recoge í£ pensarlo. Considérelo -el justo para Mejorarse, ( Il tibio para encenderse, el ] ecador para convertirse, y el impío y el ra desengañarse y desistir de alucinar í trastorvar á los crédulos y sencillos En fin, á Dios, ima santa, apostólica, angélica: goza norabuena y sin fin la corona de jus- ticia que te ha ceñido el Justo Juez por remuneración de tu mérilo y mién- tras que no Otros en testimonio de la piedad con que te creemos bienaven turado, nos encomendamos en tu va- limiento al Altísimo en protestacion de nuestra Pe Católica, por sí aun en tela tan rica descul 101 que en sus Ang decimos con el corazon y alguna sombra halló mancha, ] OS labios, que descanses en paz. » (Prieto). 1158. — « Oh Seráfica madre mia, (de- ce el segundo) ¡qué gustosa, qué alegre, qué complacida te hallabas con tal hijo! con tal Predicador! con tal y tan orande Misionero! en cuyas tareas, en cuyos viajes, en cuyas misiones y sermanes y en los sucesivos é innumerables con- cursos para oirlos, te se renovaba la inmortal y gloriosa “memoria de los Capistranos, de los Bernardinos de Sena, de los Jáatobos de la Marca, de los Fideles de Sigmaringa, de los Joses de Leonisa; en cuya mortificacion, austeridad y penitencia veías cierta semejanza con la del inimitable Pedro de Alcántara, con la del asombroso Bernardo de Corleon; en cuya can didez 6 simplicidad columbina te se representaba tu Diego de Alcalá, tu Pascual, de Baylon, tu Félix de Can- talicio, tu Serafin de Montegranário.... LISA, « loteo super te.. Sicut ma ter amat filium suum, ata ego te di- ligebam. ¿Quién ha de dudar esto? Estas lágrimas que derramo y estos afectos que me se salen á los labios de lo más íntimo de mi corazon, de mi alma y de mi espíritu, están ahora publicando, . que como la madre ama á su hijo único, así tambien amaba yo. 4 mi querido hermano Fr. Diego; y Que por lo amismo en su muerte es imponderable mi dolor y sentimiento : Doleo. ¿Pero acaso soy yo solo en esto ? i No lo dije va desde el princi- pio? Si tanto lo amaban todos; ¿no lo amaría mucho más sin comparación la . madre que lo parió: la que lo crió á sus pechos? Ah! Seráfica ma dre mia, como es cierto que tu más que todos lo amabas; lo amabas como á tu bapo único, y que en nuestros tiempos lo ménos no tiene segundo: Unus est, et secundum non habet. Por eso como á hijo único, sin segundo ó sin semejante, lo lloras y te lamentas en su muerte: Doleo super te... 1160. — No dudo que trabaja por tenernos siempre delante de sus Ojos para pedir al Señor por n SOTros y conseguirnos los auxilios que necest- tamos para no olvidar jamas lo que nos enseñó y predicó: Dabho autem operam, et- frequenter habere o s post obitum ._meum, ut horum memoriam medio de tanta gloria, es necesario fa satis. Ni tampoco dudo que allí en (como lo dijo de sí mismo nuestro ínclito Mártir español San Fructuoso) que tenga presente toda la santa Igle- sia Católica, difundida desde el Oriente hasta el Occidente por todo el mundo: In mente me habere necesse est Eccle- siam Catholicam, ab Oriente usque in Occidentem difusam 1161. — « Sea así, amadísimo hermano mio de mi corazon, sea así, que pues- to tú para siempre en la presencia de Dios nuestro Señor, no apartes jamas de tus ojos, ni pierdas nunca de vista la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, que está extendida por toda la redondez de la tierra. Sea así, que siempre ruegues á la soberana Majes- tad por su suprema cabeza, el Roma- no Pontífice, Vicario de Jesucristo y sucesor legítimo del Príncipe de los Apóstoles San Pedro. Que ruegues asi mismo por nuestro lllmo. Prelado, por nuestros Reyes Católicos, por todos estos sus reinos, y singularmente por tu madre, por tu muy amada madre la Seráfica Religion, por tu querida Capuchina familia, con singularidad por esta tu estimadísima madre y Pro- vincia de Andalucía, y singularmente por el menor, por el mínimo, por el peor de todos los individuos de ella. Y ya que tan buen principio diste en el tiempo de la vida, ofreciendo siem- pre por mí todos los dias diez y nue ye el santo sacrificio de la Misa, per- fecciona esta obra... » (Cabra). 1162 « Se extinguió ya para no- sotros (añade el tercero) aquella luz bri- lante que alumbraba nuéstra Nacion;

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