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342 CAPÍTULO LXXxX1HM En este acto, dió pruebas y señales nada equivocas de su terneza de cora- zón, gran devoción y extraordinaria humildad. Pidió que todos le perdona» sen por el mal ejemplo que como Sa- cerdote había dado, ha bía ejecutado ántes con todos los de la cuvo acto casa. (1) 1121, — « La enfermedad tuvo prin- cipio el dia 19 en la tarde como á las cuatro, le dió un fuerte se se retiró á su cuarto (2), y viendo la fa- milia (que sabía su indisposicion) que eran las nueve de la noche, y ni lla- mala ni lo oían, procuraron saber de su estado, y lo hallaron con el mismo frio. Procuraron asistirlo, pero el Pa- dre 097 y suplicó se retirasen á des- cansar. Por la mañana dia 20 se le- vantó, z pesar de continuarle la mis- ma desazon: quiso decir Misa, pero viendo no podía mantenerse en pié, le condujeron á la cama y en segul- que movido 4 repetir los fervorosos actos de las vir- tudes teologales, que con expresiones las más vivas y dulces hacía el paciente, Recibió en segui- (Sevilla, p VI). (1) Dispuso se congregasen todos los que cofn- da la santa Uncion, ponían la familia de la casa, les pidió perdon con expresiones humildes y tiernas, exhortándolos á (Hardales., Recibidos los Santos Sacramentos, se quedó en cumplir la voluntad de Dios, etc. un profundo recogimiento y silencio, hasta que fué interrumpido por los facultativos, quienes con- vinieron no haber remedio en lo natural, De hora en hora se sgumentaba la enfermedad, y sentía muy á menudo arrancársele las entrañas con do- lores inauditos. « No hay que asustarse, (dijo á « una persona su más confidente), muero de la « epidemia, los dolores del vientre son imponde- « rables, bendito el Señor que los ofrece, y que « ha permitido tal enfermedad á tantos; no hay « que tener cuidado; pues muero alegre y con- « forme, y esto no trascenderá ni pasará de mi »; y así sucedió. (1d.). (2) Fi impid 6 tal su gravedad que absolutamente le pasar á su convento, y aun cuando lo pi dió, los facultativos no se lo concedieron porque prevean la imposibilidad de que pudiera an lar. Bien pudo desde luego conocerse la voluntad del cielo de que terminara sus dias en esta misma Ciudad, pues desde el momento que el siervo de Dios se postró en el lecho apareció un resplandor hácia el poniente que duró todas las horas del dia y de la noche sin desaparecer hasta «que el dicho Religioso exhaló su último suspiro. Este pro- digioso milagro lo vieron con admiracion muchos habitantes, y algunos de ellos que tenían parentesco espiritual con el siervo de Dios, tuvie- ron la curiosidad de anotar este hecho prodigio- so, (Proc. p. 389). da le visitaron los facultativos. Se fué agravando la enfermedad, y habiéndole estado acompañando despues que * re- cibió los Stos. Sacramentos el dia 93 (1) como lleyo die ho, me retiré á mi casa con el cuidado de volver, lo que no dió lugal las 9 de aquella noche se me dió un recado en nombre del Padre, le hiciese la cari- dad de irle á encomendar el alma. Inmediatamente lo ejecuté, y pregun- tándole qué tenía que mandarme, me Ahijado, no puedo man- pues á respondió: dar á V., y así le súplico por el amor d+ Dios me haga la caridad de en-o- mendarme el alma. Así lo hice, dispo- niendo el mismo enfermo trajesen el bendita que estaba en el Ora- torio y que sacasen una vela que tenía cl sin duda, para acto y un Crucifijo. Dispuesto todo, me supli- agua este có me acercase á la cama para el acto. 1122, En todo el tiempo que du- ró y como ántes se había advertido, pee "ho con repe tidas veces se dió muchos golpes de moción de terneza y santiguarse, repitiendo conmigo mu- chas deprecaciones y súplicas 4 Jesu- eristo crucificado con el mayor fervor, y á su final me dió muchas gracias y que Dios me pagase tanta caridad (2). (1) El lúnes por la mañana, 23 de Marzo, le so- hrevino aun una opresion de pecho por la que fué sangrado en el brazo, y á las diez se le apli 'aron cuatro vejigatorios y suces vamente otros muchos remedios, y el P. les advirtió la inutili- dad diciendo: « no os afaneis, porque la última enfermedad no puede curarse »; é indicando el dia de la Encarnación, como que en él se había de encontrar en la presencia de Dios, y de su vi- gilia había dicho ántes que era un buen dia para viajar. pidió perdon á todos en general y en par- ticular, y con tanta piedad y edificación que que= daron confúndidos (Proe. p. 387). 2 La noche en cuya madrugada espiró, llamó al leguito, y hablando á solas con ( l, le rogó encareci- damente le diese su bendicion y licencia para mo rír, en nombre de su Prelado, pues quería acabar su vida como la había comenzado en su profe- sion. Enternec 6se y turbóse sobre manera el Leguito, no sabía qué' hacerse, pero el enfermo le instruyó en lo que debía decirle, y movido de rodillas le bendijo en superior impulso puesto de el nombre de la Beatísima Trinidad, y á pocas o Ñ Ñ Y = horas rindió su obediente espíritu al Señor, te- niendo en sus manos la Imágen del obedientisimo Jesus, el cual dió su inocentísima vida en el du- ro é ignominioso suplicio de la Cruz, siendo en

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