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trario tenian apalabrados, sino que1 suelven algunos presenta Sr. Capitan general D. N reli y Ursua, Marque Y. A moso, y revela yecía lo, para qu e con su sal dencia tomase las providencias con venientes para evitar el ruidoso y fa- tal golpe que amenazaba, y podian llevar á efecto algunos, á pesar de las diligencias que - ellos - practicarían en secreto. Las precauciones se tomaron con sigilo y acierto tal, que la catás- trofe á que se habrían seguido las más funestas consecuencias, se evitó. El Capitan General despues reveló el suceso á un religioso nuestro de confianza. « Es preciso creer, le « que el cielo nos ha enviado en es « tas circunstancias al Padre Cádiz: « él se lamenta de que.en esta mi- « sion no ha hecho fruto su predica « cion, y en ninguna debe creer que « ha hecho tanto: el Espíritu Santo le, « habló por sus labios aquella tar « ¡Qué males no se hubieran seguido « á4 esta ciudad, sí este nuevo Após « tol no hubiese venido á ella ! Demos « gracias á Dios. » CAPITULO LXXXL Ciencia y erudicion del B. Diego. 1081. — Ya vimos en su lugar que en sus primeros años el B. Diego fué de muy corto talento, y que despues por gracia singular del Señor que lo destmaba al ostolado legó á ser un verdadero sabio. Y si bien no sería exageración decir ue su ciencia fué más infusa que adquir da, debemos mfesar que fué tal su aplica y tan extraordinario su empeño en el estudio, que desde que el Señor abrió sus potencias para que pudiese estudiar con fruto, ) á formarse un riquisi mo 1esoro de cono imient 18 Oportunos para su ministerio, que fueron la ad miración de cuantos le oyeron. 1082, — Era aun estu liante teólogo, y de dia en dia manifestaba más su aplicacion y su capacidad en términos de que sus condiscípulos lo notasen y de que su Maestro dijese muchas veces á sus compañeros de cátedra: ERUDICIÓN DEL ! DIEGO 331 un tal ¡ genio cual yo nO esperaba va descubriendo Fr. Die wo ». Todos lo miraban ya con Otros 0jos, y con A ¡juella especie de respeto ¡ue liego despues «a ser admi 'acion, no soto en sus costumbres, sino en las ciencias. « La fuerza de su argumento, decían sus. dos hábiles concólegas PP. Fr. Cárlos y Ventura nos hacía estudiar y refle- xiouar mucho, para que nd nos sor- ¡ prendiese " Pero estos y US demas 'ondiscípulos ase traban que jamas usó de falacias en sus argumentacio nes, ni que las siguiese con t rquedad, pues llegando la controversia á aquel punto que su conciencia le decía de ber tocar paraba su objeción y se daba por s tisfecho, 1083. — Cuanto más se entraba en el océano de nuestros misterios y dog mas, tanto más se aumentaba su au plicacion á profundizarlo por el estu- dio y la conferencia; 10s libros per mitidos á un colegial daban muy corto campo «a sus tareas, Y con permiso de sus Maestros las hacía en los de los autores más clásicos, en que era bien copiosa nuestra librería de Cádiz. Fm bebióse tanto en su leccion y estudio, que fué forzoso por atención á su sa ld que empezó á Haquear eñalarle las horas que había de estudiar. Con- cluido el septenio, fué hallado en los exámenes el mejor entre sus condiscí pulos en la Peología tanto escolás- uca como dogmát a. 1084, Ordenado de Sacerdote, que dó persuadido que las ciencias le eran indispensables para su desempeno. In el convento de Ubrique donde fué en- ado, viadi el campo en que se propuso fecundi su aplicacion fué extremada, y zar su entendimiento ilimitado. La acrada Teología, en todos sus ramos, Escolástica, Dogmática, Positiva, lxpo sitiva, Moral y Mística, con la leccion v estudio de las obras de los SS. Pa ] es, partian con el mejor órden sus labores, en las horas que le restaban del coro y oración. Lomo para ade- lautar en estos trabajos necesilase de más libros que los comunes, su celda nodía llamarse la biblioteca de aquel Convento, y al B. Diego en ella com pararse a una abeja que intenta 2 pu- rar el dulce suco que contienen todas las flores de un ameno jardin, Al aña A AS IO TAE AD +

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