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CAP. LXXIX — EL B. DIEGO COMO PREDICADOR 317 para repartir a los pobres, echándoles su bendicion, y despues de haber da do infinitas, de haberle remitido al Venerable varias espuertas que pedía cuando no tenía qué dar á los pobres de haber distribuido gran multitud de ellas para enfermos que con sola una se excusaban de llamar al facultativo, ellas no se aminoran. y duraron des mes aleunos años. (Sevilla, Pp 35) 1008 Hallábase nuestro Beato en la Villa de Castro el Rio, y aca bando de decir Misa en el Convento de Religiosas que allí hay, se le ace: có un vecino de aquel pueblo llama do Antonio Garcia, criado, pidiéndole con fe le dijese un Evangelio con el fin de conseguir alivio en la enferme dad de erisipela, que por espacio de siete años contínuos padecía con tal vehemencia que en dicho tiempo no había tenido tres dias buenos, y en la actualidad de acercs : lo veía; pero acahado de decir el » al Beato n0 Evangelio y pasádole la mano por la cara, quedó tan perfectamente bueno, que vuelto á su casa se asombraron, y desde entónces no volvió á pade- cer tal accidente como así lo asegu ró y juró. 1009, Cristóbal Solano publicaba y aseguraba con juramento haber pa sado un rio con el agua hasta la cin tura apoyado al baston del P. Fr. Die- go José de Cádiz con motivo de a compañarlo del dicho lugar á la ciu dad de Ronda, y se encontró seco á la salida del rio como si no lo hubiese pasado. (Proe. p. 223). 1010. — Salió en una ocasion de $, Roque para Jimena en compañía del Venerable Pp Fr Diego v de 11 lego y habiendo legado A un pasaj dis- tante un cuarto de legna de Jimena el lego manifestó tener mucha sed y dijo al Venerable P.: « Tengo necesidad de beber ), en tono de súplica v el Ve- nerable le respondió: « Mira donde está aquella vaquecilla sobre el monte in mediato, vé que allí encontrarás agua; yo me voy con Antonio » (que es el mismo declarante) Así lo hizo el lego, y llegando al lugar donde estaba la vaca, rebosó un surtidor de agua que desde entónces se llamó la fuente del P. Fr. Diego. (Proc. p. 360). CAPITULO LXXIX, El Bb. Diego como predicador. Sentimientos y método. 1011 « El P. Diego de Cádiz, dice un contemporáneo, ántes y despues de predicar en cualesquiera Ciudad, Villa, Lugar ó Iglesia en que se agradaba el Señor que predicase, se encomen daba primeramente á los Angeles Custodios y protecto es de todas las almas que viniesen áÁ omrlo, y los ro gaba que cooperasen con él á los de- signios de Dios que siempre se orde nan á que su palabra evangélica fruc tifique en santificación y salud de las almas. 1017. « Y por cuanto en el empleo de la Predicacion en que se ejercitó el P. Cádiz, deseaba sólo la gloria de Dios y se lograba algun fruto que era bien frecuente, y de ello le resultaba complacencia interior; se encomendaba á Dios, pidiéndole gracia de resistir al amor propio y al atractivo de la glo ria del mundo 1013. «+ Ah! y cuánto se decía á sí mismo el P. Diego: « Todo el año es tar afanado para que salgan del vicio las personas del siglo, sin predicarme a mí mismo para hacer salir de ti- bieza á mi pobre alma; y cuando lo ejicento me viene luego la imelancolía y el tedio. ¿ Qué es esto / que embe leso qué bobería es la mia? Yo me figuro semejante á aquel cuervo, que llevaba cada dia el pan al Profeta E lias para que comiese, y él se queda ha hambriento, sin alimentarse con él á él mismo. » Y se figuraba tambien á aquellos miserables hombres, que en tiempo de Noe fabricaron el Arca; y viendo los animales de todas espe- cies entrar en 4 la, debiendo ellos mis mos imitarlos para salvarse, quedaron de fuera y perecieron en el Diluvio, 1014 « ¿De qué me sirve, se decía el p Diego, ¡ despues de haber me fatigado sobre la conversion de todo el mundo me pierdo yo por último? Todas las almas que se «<alvaron por mi medio, me serán un oprobio eler- no. ¿Cómo es posible que yo no me confunda de rubor, comparando la ti- bieza cob que procedo en órden Aa mi aprovechamiento, y los fervores tan eficaces que he manifestado en per- A AA
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